De seis a ocho horas esperaron para ser atendidos en la frontera los automovilistas que transitaron desde Mendoza hacia Chile por el fin de semana largo. Las aduanas colapsaron, como siempre que se incrementa el flujo ordinario de vehículos por el paso cordillerano binacional.
El sábado al mediodía, las autoridades aconsejaban ir por el paso Pehunche, en el Sur, para llegar antes al destino trasandino elegido para el fin de semana que se estira con el feriado del lunes a ambos lados de Los Andes. Los discursos y actos de funcionarios anunciando las mejoras que vendrán en el paso llevan décadas de puestas en escena cada vez más rimbombantes, pero el colapso es siempre el mismo.
Alfredo Cornejo hasta puso en marcha una operación para difundir la invitación al papa Francisco para estar en el paso Cristo Redentor, pero nada cambió en la tragedia anunciada que les espera a los automovilistas que se decidan a encarar el cruce de Los Andes por las cabinas de los controles binacionales de frontera.
José Octavio Bordón fue puesto de Embajador en Santiago por Cornejo -con decreto de desigtnación de Mauricio Macri- para abrir la frontera y luego ver si puede poner algún producto de acá en las góndolas trasandinas o en un barco del Pacífico.
No se puede. Los burócratas tienen su sistema y los funcionarios su esquema de control. A ninguno le ha convenido cambiar, por eso las declamaciones son inútiles para la práctica de gobierno, sólo entretienen en épocas de tránsito fluido con la memoria fresca del último colapso.