Por Julieta Grosso
Para Télam
Nada mejor que la Biblioteca Nacional de España, un monumental edificio fundado por Felipe V en 1711 y flanqueado por estatuas de Alfonso X el Sabio y San Isidoro, para la presentación de la nueva obra del autor del El código Da Vinci, otro entramado de acertijos y logias secretas que tiene como protagonista al erudito Robert Landgon, que ya va por su cuarta aventura literaria.
Brown llegó puntual y afable a la cita prevista con medios de habla española para un soleado mediodía madrileño y si bien contestó preguntas en inglés, deslizó algunas frases concisas en un español aprendido durante sus seis visitas a la región ibérica, incluidos dos años en Sevilla como estudiante de arte.
Casi sin excepciones, las seis novelas del escritor ponen en juego una fórmula binaria que busca entretener al lector y al mismo tiempo incomodar al poder. ¿En qué medida la repercusión de "El código Da Vinci" fue generada por esa embestida ilusoria en la que un narrador, desde la ficción, se atreve a interpelar la visión canónica de la historia?, preguntó Télam
"Hago las preguntas que creo necesarias y dejo que los lectores las debatan. Cuando escribí `El código Da Vinci` me preguntaba cómo impactaría en el cristianismo el hecho de que el nacimiento de Jesús no fuera de carácter divino. Después de todo, esta idea no cambiaría la belleza de su mensaje. Nunca pensé que esta cuestión iba a generar semejante furor en el Vaticano", destacó.
"En el caso de Inferno es un libro específico e intencionado para el que he creado personajes de ficción que se desenvuelven en un mundo real, documentado. Para mí está claro que la historia, tal cual la conocemos, no es verdadera. Y estaría bueno que muchos historiadores, en vez de cuestionarme, se animarán a abrir el diálogo", disparó el escritor sin abandonar su mueca risueña.
Un argumento de matices conspirativos que vincula los ilícitos del siglo XIV con los del XXI asoman por este "Inferno", que Planeta lanzó a mediados de mes en España y Latinoamérica con una tirada inicial de un millón de ejemplares y la expectativa de superar la marca anterior de Brown, que con "El código Da Vinci" lleva vendidos 81 millones de libros y fue traducida a 54 lenguas.
Inferno recupera la estructura de La Divina Comedia, y aventura un mundo diezmado por la superpoblación: ambientada en la ciudad de Florencia, a Landgon le tocará moverse por un territorio de códigos y símbolos que vincularán el poema épico del poeta italiano Dante Alighieri con una plaga mortal que amenaza con cambiar las coordenadas del mundo.
"Leí el libro a los 18 años cuando estaba estudiando italiano y después lo he releído en diferentes versiones incluida la del italiano Roberto Benigni, que me encanta. Desde la primera vez me sorprendió cómo una obra escrita hace 700 años podía ser moderna", precisó este hombre de 48 año que mantiene una fascinación por los símbolos desde la niñez, cuando sus padres le preparaban una búsqueda con acertijos para hallar los regalos de Navidad.
"La mayoría de nuestras creencias son metáforas. De hecho, existen el cielo y el infierno en la tierra desde el punto de vista simbólico"twitter
Brown aseguró de la obra lo atrajo particularmente el fragmento dedicado al infierno, de ahí el tributo que decidió rendir desde el título de su novela: "Lo que más me gusta es que está llena de símbolos, y los símbolos son algo muy poderoso porque significan lo mismo para todos. Tienen un poder increíble para tender puentes entre diferentes idiomas y culturas", explicó.
"La mayoría de nuestras creencias son metáforas. De hecho, existen el cielo y el infierno en la tierra desde el punto de vista simbólico", acotó el escritor, que según confesó durante la investigación de sus historias muchas veces se ve obligado a realizar preguntas ajenas a su interés "para despistar y que no se filtre por anticipado aquello en lo que estoy trabajando".
El flanco más controvertido de la nueva obra de Brown, que en la Argentina ya lleva vendidos 25.000 ejemplares a dos semanas de su lanzamiento y ya desalojó del primer puesto del ranking a la taquillera la "Cincuenta sombras de Grey", viene por el lado de la contrafigura de Langdon, un hombre convencido de que la sobrepoblación llevará al mundo a su extinción.
"No es un libro activista, aunque sí es cierto que me preocupa el futuro del mundo, y en ese sentido un gran problema es la superpoblación, que requerirá una respuesta muy grande", analizó. "En 85 años la población se ha triplicado. Cada día hay 200.000 nuevos nacimientos. Todos nosotros, escritores y periodistas, tenemos un podio, una voz y debemos expresarnos a través de un diálogo constructivo para ayudar a resolver el problema", dijo.
¿La trama de la realidad está tan atravesada por las conspiraciones, las disputas de poder y los secretos como las historias de Brown? "Soy escéptico con las teorías conspirativas, pero al mismo tiempo creo que el poder se concentra cada vez en menos manos y el espíritu humano necesita saber que hay razones para todo", sostuvo el autor de Ángeles y demonios.
"A la mente no le gusta el caos y necesita explicar por qué ocurren las cosas, desde las catástrofes hasta la acumulación de poder. Buscar explicaciones es una necesidad biológica", apuntó Brown, hijo de un matemático y una concertista de órgano que sellaron una crianza atravesada por dos mundos en tensión, la ciencia y la religión ("dos mundos que intentan responder a las mismas preguntas").
A lo largo de la rueda de prensa, que durante poco menos de una hora congregó a más de medio centenar de periodistas españoles y latinoamericanos, el escritor se dedicó a reinvindicar su labor -"las cosas no son más fáciles, cada día me enfrento a la página en blanco y mis personajes no saben cuántos libros he vendido" - y defendió el rol del best-seller como garante de la pluralidad editorial.
"Los ingresos que deja un best-seller le permiten a las editoriales invertir en libros que de otra manera jamás se publicarían. La tarea de los best-seller es justamente darle voz a los demás escritores", expresó con orgullo.