Este domingo tuvo lugar una movilización de protesta en consonancia con la realización del partido final de la Copa Confederaciones entre España y Brasil en el estadio Maracaná, de Río de Janeiro. El clima de la protesta fue festivo, con batucadas y cantos.
La marcha en dirección al estadio arrancó siete horas antes del inicio del partido (fijado a las 19 de Argentina) y consiguió llegar a unos 100 metros del Maracaná, donde fue bloqueada por batallones policiales. La columna se dirigió entonces a una plaza cercana.
"Estamos en contra de la privatización del estadio y de los desalojos forzados bajo el argumento del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos" de 2016 en Río, dijo Renato Cosentino, portavoz del Comité Popular de la Copa, uno de los principales movimientos que convocaron la protesta en el marco de una serie de manifestaciones que se sucedieron a la par que se desarrolló la Copa de las Confederaciones, competición previa a la Copa del Mundo 2014.
Centenares de manifestantes prepararon pancartas en una plaza del barrio Tijuca, a 1,5 km del estadio, bailando y cantando: "íAy, FIFA, paga mi tarifa (de transporte)!" o "íEl Maraca es nuestro!".
Se repartían folletos que explican qué hacer en caso de tumulto, como no correr si la policía dispara gases lacrimógenos o no llevar lentes de contacto.
La presidenta Dilma Rousseff, que fue abucheada en el juego de apertura de la Confederaciones el 15 de junio en Brasilia, junto al presidente de la FIFA Joseph Blatter, no se encontró entre las 78.000 personas que ingresaron al Maracaná para ver la final.
"Estoy aquí por patriotismo, por más educación, por salud y transporte, por menos fútbol", sostuvo otro manifestante, Nelson Couto, de 69 años, vestido de verde y amarillo, los colores de la bandera de Brasil, de pies a cabeza.
La policía invitó a jerarcas de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) y a la fiscalía federal y estatal a vigilar el esquema de seguridad.
En otro punto del país, una pequeña protesta transcurrió frente al estadio de Salvador de Bahía (noreste) donde Italia y Uruguay se enfrentaban por el tercer puesto de la Copa Confederaciones. Según el sitio de noticias G1, un grupo de manifestantes protestaba afuera del hotel en el que se hospeda la delegación de la FIFA en Salvador, resguardado por policía.
Más de un millón de brasileños se volcaron a las calles de todo el país el 20 de junio en las mayores manifestaciones en dos décadas, indignados por el alza del precio del transporte público, la corrupción de la clase política y los gastos millonarios en la Copa Confederaciones y el Mundial 2014, en vez de en salud y educación.
Unos 11.000 policías -6.000 policías militares, más integrantes de la Fuerza Nacional, la policía federal y civil y la guardia municipal- se desplegaron en un perímetro de seguridad en torno al Maracaná para garantizar el desarrollo de la final entre España y Brasil.
Fuente: La Nación con información de las agencias EFE, DPA, AFP y AP.