Brasil también colaboró con pilotos especializados en contrainsurgencia. Los archivos desclasificados son del gobierno militar de Brasil (1964-1985) y publicados por 'O Estado'.
La dictadura argentina de Juan Carlos Onganía (1966-1970) suministró unas 100 bombas de napalm y otros armamentos a Bolivia para combatir a la guerrilla comandada por el revolucionario argentino-cubano Ernesto 'Che' Guevara según se desprende de los archivos desclasificados del gobierno militar de Brasil (1964-1985) publicados por el diario 'O Estado'.
Uno de los documentos fechado el 31 de agosto de 1967, casi dos meses antes de la muerte del 'Che', detalla que Argentina le dio al gobierno boliviano de René Barrientos "250 fusiles FAL, 200 pistolas calibre 45; 30.000 cartuchos calibre 45; 100 bombas napalm de 100 kilogramos; 50 bombas de 50 kilogramos y 5000 cartuchos" para perseguir al 'Che'.
Según la información difundida, el régimen brasileño, pese a que no creía en las informaciones sobre la presencia de Guevara en Bolivia, asistió a la fuerza aérea boliviana con cuatro pilotos especializados en labores de contrainsurgencia.
El diario informa que Brasil mantuvo una red de espionaje en los países de América Latina que le permitía recabar todos los datos sobre secretos militares y estratégicos de los países latinoamericanos, así como sobre los movimientos guerrilleros de izquierda en Bolivia, Colombia y Venezuela o "la estructura general de los ministerios de defensa, su organización y funcionamiento, la composición de cada fuerza armada, los comandos, la fuerza y el equipo de tropas, su distribución y órdenes de movilización".
También se informó que la dictadura militar de Brasil pensó en desarrollar una bomba atómica. En una reunión del Alto Comando de las Fuerzas Armadas, el general Ernesto Geisel (1974-1979) admitió su preocupación por un ensayo con una bomba nuclear llevado a cabo entonces por la India y ante la posibilidad de que Argentina, país con el que Brasil temía enzarzarse en una guerra, también pudiese detonar un artefacto atómico.
El presidente consideraba que, ante esas preocupaciones, era necesario "desarrollar una tecnología para la utilización de la explosión nuclear para fines pacíficos, lo que nos permitiría, incluso, si fuera necesario, disponer de nuestra propia arma".