Por Sergio Stuart
Para Olé
Hubo reacción, sólo faltó ganar. Los Pumas tuvieron de rodillas a los Springboks, esos mismos que nos golearon hace una semana, pero se escapó. Argentina estuvo arriba 70 minutos, se quedó y perdió 22-17. Cambiaron la imagen.
Otro día, otra actitud. El fundamental cambio del que hablaron los jugadores se evidenció en la cancha y fue reconocido por la ovación de las 20.000 personas que llegaron hasta el Malvinas Argentinas para ver si había lavada de cara después del mal paso en Soweto. Y pese a los pronósticos, Argentina estuvo a punto de sorprender a los Boks, quienes perdían hasta que Steyn dio vuelta el marcador con su penal a los 71', y luego sumó el de los 80', el definitivo. Fue caída 22-17 que supo a triunfo.
Mucho se había hablado durante la semana de la necesidad de cambiar la actitud. Lo cual se expresó en la cancha en forma de tackles contundentes individuales y sólida defensa del maul más buscar con inteligencia -patadas de Sánchez o ataques por tierra sólo cuando la ventaja era evidente- para que Los Pumas le ganaran a Sudáfrica en el primer tiempo de esta segunda fecha del Rugby Championship por 17-13.
De entrada se había visto otra historia, con una voluntad para buscar cada pelota como si fuera la más importante, y de ahí nació una contra que derivó en un line y Leguizamón encarando por afuera de la formación para enterrarse en el ingoal a los 2'.
Si bien los Springboks empezaron a dominar en el scrum, los tackles argentinos los mantuvieron a raya, y por eso los visitantes dispusieron de menos posesión (62 a 38% en favor de Argentina) y territorio (55 a 45%). Así, la paliza 73-13 del sábado pasado quedaba como un mal recuerdo.
Aunque el try de Bassón (10-10) llegó tras una pelota recuperada que Contepomi luego perdió, el equipo se mantuvo ordenado y concentrado. Un último try de Bosch y posterior penal de Steyn cerraron el parcial.
En el ST los sudafricanos comenzaron a recuperar las estadísticas en cuanto a que dispusieron de la pelota y jugaron mucho más en campo local. Sin embargo, sus cohetes no lograban traspasar la defensa argentina, que seguía con una solidez admirable.
Los visitantes sí sacaron diferencias en el scrum, porque, además, el referí neocelandés Steve Walsh comenzó a mirar con más celo al pack argentino (de ahí que se fue abucheado de la cancha y hasta alguna cosita le tiraron). La jugada clave llegó con un arma que los Springboks manejan bien, el maul: según el juez, la defensa nacional derrumbó esa formación y Steyn aprovechó para meter aquel penal del 19-17. Después, los visitantes pudieron manejar la pelota, hacer pasar el tiempo con dominio territorial, y otra vez el apertura acertó (100%, seis patadas para sumar 17 tantos).
Los Pumas volvieron a cerrar una actuación saludando al paso, caminando por alrededor de la cancha, como las viejas épocas. Habían recuperado el orgullo.