Stephen Hawking: "Los que padecen una enfermedad terminal y sufren mucho dolor deberían tener derecho de poner fin a su vida"

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El físico británico se declaró a favor del suicidio asistido de enfermos terminales en un programa de la BBC con motivo del estreno de una película sobre su vida. 

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El físico británico Stephen Hawking se declaró a favor del derecho de los enfermos terminales de someterse al suicidio asistido.

"Las personas que padecen una enfermedad terminal y sufren mucho dolor deberían tener el derecho de poner fin a su vida, y aquellos que les ayuden no deberían ser perseguidos por la justicia", afirmó Hawking durante una entrevista emitida por el canal de televisión británico BBC con motivo del estreno de una película documental sobre la vida del científico.

A Hawking, conocido por sus investigaciones sobre los agujeros negros en el universo, se le diagnosticó a los 21 años esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad que le ha dejado el cuerpo totalmente paralizado. En aquella época los médicos le pronosticaban un máximo de dos o tres años de vida.

No obstante, el británico cumplió 71 años. El astrofísico aseguró que lo que le ha permitido vivir tanto tiempo es "mantener la mente activa y no perder el sentido del humor".

A pesar de ser un amante de la vida que anteriormente opinaba que "siempre hay esperanza", ahora Hawking manifiesta que debe respetarse la decisión de un enfermo terminal que quiere acabar con su vida para detener el sufrimiento. "Si no dejamos que los animales sufran, ¿por qué debemos permitir que sufran los seres humanos?", pregunta el científico.

Sin embargo, el defensor del suicidio asistido señala también que "deben existir mecanismos de control que permitan estar seguro de que el enfermo realmente quiere morir y de que no se le está presionando u obligando a tomar esta decisión". Hawking recordó que una vez él mismo tuvo que tomar esta decisión cuando lo conectaron a un respirador tras sufrir una neumonía y su primera esposa Jane tuvo la posibilidad de apagar la máquina, pero él se negó a que lo hiciera.

Hoy en día la parálisis le permite al científico comunicarse con el mundo solo mediante un sistema de voz computerizada y los movimientos de un músculo de su mejilla que capta el sensor de un ordenador diseñado especialmente para él.

 

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