Durante dos años se analizó con simuladores de temperatura el efecto que producía mayor calor sobre los cultivos.
La UNCuyo estudió durante dos años los efectos que produciría el cambio climático en los cultivos de ajo mendocino a través de sistemas de simulación de temperatura que les permitieron llegar a la conclusión de que un aumento significativo de temperatura, como el que advierten científicos en todo el mundo, produciría en el ajo un acortamiento del ciclo de cultivo, cosechas más tempranas y menos color de las hojas de protección que cubren los dientes, pero no habría modificación de los rendimientos de la producción.
"Los estudios científicos sobre el cambio climático global predicen para la región de Cuyo aumentos importantes de la temperatura, reducción de la precipitación de nieve y aumento en la variabilidad e intensidad de las tormentas estivales", señalaron al inicio de su investigación, que en principio sugería transformaciones significativas en la fisiología de la planta de ajo, sin embargo, hallaron que, según esos análisis, no afectó la producción y calidad del cultivo.
La investigación -dirigida por Mónica Guiñazú en la facultad de Ciencias Agrarias subsidia la secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo- considera que al ser el ajo un cultivo invierno primaveral, "es importante evaluar la respuesta de los distintos cultivares de ajo respecto al aumento de 1°C a 3 ºC que se prevé para las próximas décadas. Sobre todo, teniendo en cuenta la relevancia económica, productiva y cultural que tiene este cultivo para la provincia de Mendoza".
Dos años de simulación
El estudio se hizo con dos modalidades de simulación del incremento de la temperatura del ambiente que rodea a la planta, empleadas en los ensayos llevados a cabo en ajo, sus antecedentes, características y las predicciones que se analizan para este cultivo en Mendoza.
"Se establecieron dos etapas de estudio en las que simularon aumentos de la temperatura en el cultivo de ajo a campo, sin modificar otras variables. El primer año estudiaron el efecto del incremento de la temperatura del suelo, es decir, la tierra que rodea a la raíces de la planta y bulbo. En el segundo año, construyeron una estructura que les permitió aumentar la temperatura del aire que rodea a la planta. Esta consistió en una estructura metálica con polietileno transparente que no modifica la intensidad lumínica que llega al vegetal. La misma tenía una pequeña abertura en la parte superior para impedir la modificación de los gases del ambiente, y sensores que registraban la temperatura en los distintos tratamientos", especifica el estudio.
El modo en que analizaron el efecto del aumento de la temperatura del suelo fue a través de un cultivo de ajo a campo: algunos surcos se cubrieron con polietileno y otros se dejaron sin cubrir (plantas testigo). Luego, se colocaron sensores -enterrados a siete centímetros de profundidad- para medir la temperatura.
La temperatura del suelo se elevó entre 1 °C a 3 °C las mínimas y 6°C a 9 °C las máximas, dependiendo si era más próximo al invierno o al verano, respectivamente. Evaluaron el efecto del aumento de temperatura de suelo durante todo el ciclo de cultivo; durante la etapa vegetativa de la planta, es decir, hasta que comenzaba a formar su bulbo subterráneo y en el período desde bulbificación a cosecha. Estos tratamientos se compararon con un tratamiento testigo, donde no se cubrió el suelo con polietileno.
Resultados: sin afectación de la calidad del cultivo
Los resultados que obtuvieron en el aumento de temperatura del suelo en la etapa vegetativa de la planta dieron lugar a un mayor crecimiento de las plantas -mayor altura, área foliar y número de hojas-. Cuando retiraron el plástico que las cubría, la altura de las mismas tendía a equipararse con las plantas testigo.
A su vez, el aumento de temperatura produjo un acortamiento del ciclo de cultivo. Las plantas bulbificaron antes y observaron un adelanto de una semana a quince días en las fechas de cosecha de los ajos expuestos a mayor temperatura de suelo, respecto de las plantas testigo.
“También detectamos que las hojas de protección, que cubren a los dientes de estos ajos colorados, fueron más claras que las de los dientes correspondientes a los bulbos de las plantas testigo. Sin embargo, los rendimientos en kilos de bulbos (ajo) por hectárea fueron iguales al testigo. Si bien había aumentado el crecimiento de las plantas durante el cultivo, el adelanto de la cosecha hizo que no hubiera diferencias en los rendimientos. En definitiva, el aumento de la temperatura del suelo durante el invierno y la primavera acortó el ciclo de cultivo del ajo, adelantando la cosecha, sin modificar los rendimientos,” explicó Guiñazú.
Una de las conclusiones alcanzadas producto del aumento de la temperatura del aire consiste en que “las plantas tenían más hojas y más altura en comparación con las plantas testigo; sucedió algo similar a lo que analizamos en el ensayo con aumento de la temperatura del suelo, es decir, se produjo un adelanto de la cosecha de aproximadamente en una semana, la producción se mantuvo sin modificaciones significativas y hubo en los ajos tipo morado y colorado una decoloración de las hojas que protegen a los dientes del ajo. Esto último, en el ajo blanco no se detectó, porque las hojas de protección son blanquecinas. Sin embargo, en el procedimiento de aumento de la temperatura del suelo vimos que el tiempo de adelanto de la cosecha fue mayor que en el caso del incremento de la temperatura del aire”, subrayó la investigadora.
Fuente: uncuyo.edu.ar