Por Iñaco Díaz-Guerra
Para As
Cuando se despierte sudoroso, tras toda una noche teniendo pesadillas con una muralla inamovible contra la que chocaba una y otra vez, el Atleti se lavará la cara y esbozará media sonrisa. Porque el 0-0, el frustrante empate tras hora y media de atacar a un rival cuyo único propósito era que no pasara nada, es un buen resultado. No magnífico, por supuesto, pero sí uno que le sitúa a una victoria o a un empate con goles en Londres de volver a una final de la Copa de Europa 40 años después. Nadie dijo que fuera a ser fácil ni, andando Mourinho de por medio, divertido.
Porque el partido, para qué engañarnos, fue incómodo de ver. El Chelsea no engañó a nadie desde que dio a conocer su alineación: defensa de cuatro, trivotazo (David Luiz, Obi Mikel y Lampard) y una línea de tres por delante en la que Willian y Ramires acabaron siendo más laterales que extremos. Claramente Mou quiso que Fernando Torres se sintiera como en casa en su regreso al Calderón y le dio el papel que tanto interpretó en aquellos años oscuros del Atleti: él contra el mundo. Como era normal, ganó el mundo. Aunque el Niño, como siempre, planteó pelea.
El escenario no sorprendió al Atleti, pero eso no hizo que tuviera los recursos necesarios para solventar el problema. Simeone, que lo veía venir, metió a Diego en el once para tener alguien capaz de filtrar un pase por alguna rendija o reventar la pared con un disparo lejano. Pero aunque el brasileño dio la talla, no fue suficiente. Los rojiblancos llegaban sin oposición alguna a los tres cuartos rivales y, una vez allí, se apagaba la luz. El Chelsea le invitaba a centrar al área y allí Cahill y Terry, con la ayuda de media docena más de futbolistas de élite disfrazados de jornaleros, despejaban balón tras balón con suficiencia.
En el minuto 15 llegó una acción que pudo cambiar la ida y aún puede definir la vuelta. Koke intentó el gol olímpico y Cech, tras evitar el tanto, chocó con Raúl García y cayó mal, dañándose el codo. Entró por él Schwarzer, 42 años y un viejo amigo (era el portero del Fulham en la final de Hamburgo), que cumplió. Pero en Stamford Bridge, con más espacio y menos balones colgados, mejor él que Cech. Estaba empeñada la eliminatoria en poner el foco sobre un portero suplente y fue el que no se esperaba. Mou debe estar contento...
La primera parte sirvió para admirarse del ambiente del Calderón, garganta infinita, y descubrir que Eriksson iba a convertir en ciencia ficción aquello de que los arbitrajes europeos tienden a caseros. Tiene lógica que cuando uno es millonario y arbitra por hobby sea extravagante. Fue un niño sisando céntimo a céntimo del monedero de su madre. Nada muy grave, hasta hacer fortuna perdonando, ya en el 74’, la segunda amarilla a Lampard y mostrando a Gabi, por pedir justicia, una tarjeta que le deja sin vuelta. Ausencia muy grave. Antes del descanso, un gran disparo de Mario Suárez, una volea de Diego Costa y un tiro lejano de Diego dieron esperanzas de un futuro mejor. Más animado al menos, pero no. El Chelsea no pagó al Atleti con su propia medicina, le triplicó la dosis. Los de Simeone buscan el gol, directos y sin adornos, pero lo buscan. Los blues no tuvieron ningún interés en probar a Courtois, como si Mou quisiera castigarle con su indiferencia. Ni presión ni intensidad: despejes y pérdidas de tiempo. La nada.
Tras una buena ocasión de Diego, Simeone pareció dispuesto a correr un riesgo y llamó a Arda. Pedía el partido más inventiva y el turco era el hombre, pero el Cholo sorprendió quitando a Diego, el mejor junto a Gabi hasta ese instante. Y aunque Arda animó la cosa, al Atleti siguió faltándole talento para encontrar a un desesperado Diego Costa, siempre rodeado de enemigos. El partido murió como empezó, el Atleti yendo y volviendo sin nada. Una falta de Gabi que despejó Schwarzer, varios cabezazos de Raúl García, una buena jugada entre Filipe y el navarro en la que debieron tirar ambos y no lo hizo ninguno, un testarazo de Costa, un disparo de Arda... Sin impresionar a nadie, fue el único equipo que intentó ganar el partido. No lo logró, pero tendrá otra oportunidad y quizás el empate le valga a él entonces. Lisboa no se alejó, está más cerca. Penúltima parada, Londres.