La psicoanalista Graciela Musachi propone en su libro una interlocución con diversos feminismos a través de protagonistas del arte, la política, el universo queer y la cultura en general. Para ponerse la escanfandra y bucear, el que se anime.
En "Mujeres en movimiento. Eróticas de un siglo a otro", la psicoanalista Graciela Musachi propone una interlocución con los diversos feminismos, poco ejercitada en la Argentina, tanto que excede esos campos e involucra a protagonistas del arte, la política, el universo queer y la cultura en general.
El libro, publicado en 2001 (y reeditado ahora) por el Fondo de Cultura Económica, es un ejemplo de rigor conceptual y un ejercicio de estilo que -por fuera del lugar común- no descalifica ni desmerece sino que busca una intersección que si ha tenido un lugar como ejemplo no podía ser otro que Francia, y a causa de un protagonista, Jacques Lacan.
Musachi es miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL); forma parte del Consejo de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y es vicepresidenta de la Fundación Descartes. Entre sus libros figuran Lo que pasó con Estela Canto y El Oriente de Freud y Lacan.
"En principio, el libro quería crear una interlocución con los feminismos. Sin embargo, dado que también polemiza con otras orientaciones al interior del campo del psicoanálisis y acude tanto a la literatura como a otras artes, el resultado es que ha sido leído por personas cuyos intereses trascienden a cada uno de esos campos lo cual, en definitiva, es la ambición íntima del que escribe y, en particular, de alguien que desea que el discurso analítico siga atrapando al diablo por la cola, como decía alguien muy perspicaz", sostiene Musachi, quien le concedió una entrevista a Télam.
-¿Cómo reaccionó el feminismo?
-Los feminismos (hay miles) se sitúan entre el campo de la Academia y el de la política (en particular la política de derechos). Las feministas que no quieren encuadrarse en esos campos ya se nombran a sí mismas de otro modo y no teorizan ya sobre mujeres sino sobre el sujeto político; son teóricas, como Judith Butler.
Se sabe: el psicoanálisis tiene una relación equívoca con la Academia (se “cuela” en los pliegues de esa mujer prehistórica, ironiza Lacan) y su política es la política del síntoma, lo cual quiere decir que se ocupa de las mujeres en el dispositivo analítico (o sea: una por una), o toma a la feminidad como síntoma de la cultura si quiere leer sus impasses.
-¿Qué diferencia a las eróticas de un siglo y de otro?
-¡Eróticas de un siglo a otro! Si es difícil decir “cómo” ha cambiado, decir “cuánto” ya es imposible. No hay dudas de que el psicoanálisis ha producido efectos en los modos de concebir el goce sexual y en los límites que se le imponen o no se le imponen.
Por otra parte, como dice Lacan, “la ciencia modifica la ética”, esto es: el discurso científico modifica los modos de goce de los sujetos pero, en cuanto a la posición femenina parece que en el punto que le es propio, nada ha cambiado aunque las formas puedan sugerir lo contrario.
Por ahora, la pulsión freudiana y el “lado de las damas” de Lacan siguen siendo, para el psicoanálisis” los dos modos de gozar que existen para nosotras (y las) serdicentes, como dice German García. En una palabra: él, ensimismado, ella, loca, pero no del todo.
-¿Puede decirse que existe un Lacan feminista?
-Lacan consideraba que el feminismo se extinguiría ya que era una manera contemporánea de parecer mujer. Claro que, como hay “mille e tre” tanto mujeres como feminismos, parece que esa extinción tardará bastante. Hay un Lacan que, empujado por las feministas que lo seguían en su Seminario, trató de situar la posición femenina de un modo que Freud había vislumbrado pero nunca resuelto. Sí hay feministas que se orientan en Lacan, que hacen un uso académico de Lacan con consecuencias diversas.
-Melanie Klein, Karen Horney, Sabina Spilrein, Lou-Andreas Salomé, Anna Freud… ¿Qué sumaron al corpus del psicoanálisis?
-En el campo del psicoanálisis no hay nada nuevo. Hay repetición, entiéndase esto como se entienda: en consecuencia, hay reformulaciones que tratan de ceñir más ajustadamente el campo inventado por Freud y por lo tanto, poner su eficacia a la altura de los tiempos. Que haya algo nuevo es una exigencia actual que alimenta la insatisfacción generalizada.
Lo que hicieron cada una de las mujeres que nombrás es, sí, psicoanálisis según cada una de ellas lo había llegado a entender gracias a su propio análisis. Para poder evaluar el matiz que eso les permitió dar al campo freudiano es necesario (para el analista) conocer la historia del psicoanálisis ya que cada nombre en ese campo se sitúa en un momento, en un debate particular, en una geografía, en una cultura, en un contexto, en suma.
Pero es posible afirmar que ellas hicieron una contribución fundamental porque permitieron que el psicoanálisis siga existiendo hasta nuestros días lo que prueba que, como dispositivo, el psicoanálisis sigue siendo un instrumento útil para hacer más soportable la vida a aquellos que no la soportan.
-¿Qué se quiere decir cuando se dice “feminización” del mundo?
-La feminización del mundo no es meramente, como algunos creen, el hecho de que las mujeres de nuestros días tengan el poder sino que ellas, si se ubican en una posición femenina (los hombres también pueden ubicarse así), llaman a que se las escuche una por una en su particularidad ya que rechazan, hasta cierto punto, que se las englobe en un juicio universal. Esto ha tenido consecuencias en la cultura después de 200 o 300 años en que las mujeres se pusieron en movimiento.
La exigencia de siempre más se acomodan bien a la posición femenina cuya relación con la función del límite, límite difícil de establecer, que está siempre más allá y que produce, en algunos, un vértigo buscado o rechazado.
Por otro lado, en las relaciones entre los sexos, el hecho de que los hombres tomen una pendiente de ensimismamiento, como mencioné anteriormente, y que sean “esclavas” del amor (todavía, y a pesar de los feminismos) parece que hace de ellas la más radical garantía de que los lazos sociales (¡la humanidad como tal!) continúe sosteniéndose.
Fuente: Télam