Con alegría, lágrimas, gargantas rotas y bocinazos en el kilómetro cero de la capital mendocina, como en cada rincón de la Argentina, se celebró el pase de Argentina a la final del Mundial 2014 luego del partido con Holanda, que se definió por penales.
Desde el puñado de entusiastas tras el triunfo con Bosnia en la primera ronda, los festejos crecieron en número de simpatizantes y el pase a la final de la copa este miércoles fue el estallido: miles y miles pese a la oscuridad y al frío llegaron emponchados con la bandera argentina a Garibardi y San Martín.
Los hinchas cubrieron el microcentro de la capital y distintos puntos del interior de la provincia, tal como sucedió en los Mundiales de 1978 y 1986, y en la victoria sobre Brasil en 1990.
La intersección de la avenida San Martín con Garibaldi y Paseo Sarmiento fue el punto principal de reunión de la gente que llegó de departamentos vecinos como Las Heras, Guaymallén y Godoy Cruz, mezclados con turistas de provincias como Buenos Aires, Salta, Córdoba y San Luis, que están de vacaciones.
En Maipú, ciudad natal de Enzo Pérez, salieron a festejar a la plaza departamental, y también hubo festejos en las ciudades de General Alvear, San Rafael y Malargüe.
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Una multitud en el obelisco
La Plaza de la República, en Buenos Aires, se convirtió en el polo de convocatoria apenas terminados los 120 minutos de juego y la serie de penales.
El festejo se extendió por la avenida Corrientes hasta Callao y por la avenida 9 de Julio y la Diagonal Norte, en el día patrio, hasta Plaza de Mayo, un lugar emblemático de los festejos populares, en una caravana constante de automóviles que tocaban sus bocinas.
Pero el festejo no se circunscribió a las plazas principales y abarcaron otros puntos clave de la ciudad de Buenos Aires como avenida Pueyrredón y Santa Fe o Acoyte y Rivadavia.