La campeona mundial súper gallo de boxeo encontró en el deporte un salvoconduto para salir de la calle. "Yo me tope con muchas paredes pero siempre que caí, pude levantarme, es importante que sepan que nunca hay que bajar los brazos", entusiasmó. Fotos
"Nada en la vida es fácil, yo me tope con muchas paredes pero siempre que caí, pude levantarme, es importante que sepan que nunca hay que bajar los brazos". Esa fue la reflexión final del relato que Yésica Marcos expuso ante las internas de la cárcel de mujeres del El Borbollón, a quienes visitó en la previa de la defensa del título mundial súper gallo frente a la famosa Tigresa, Marcela Acuña.
Yésica ingresó al mundo del boxeo en el 2000, con 14 años y casi ninguna posibilidad de salir de la marginalidad. Fue la constancia en la práctica deportiva y la influencia de sus maestros de box y preparadores físicos los que posibilitaron la contención que necesitaba esa niña postergada en todos los sentidos para ser campeona mundial diez años más tarde. La historia previa al boxeo en la vida del Bombón Asesino se parece mucho más a la de sus interlocutoras en El Borbollón de todas las que les hayan podido contar a la mujeres encerradas los personajes que periódicamente visitan la cárcel.
Yésica Marcos fue a la cárcel de Las Heras acompañada por su colega Betiana Viñas. Tras la charla programada con las mujeres, la deportista se calzó los guantes y mostró la técnica de algunos golpes y posturas de la guardia para defenderse en las peleas. Martín Díaz, el entrenador de la campeona, completó las explicaciones técnicas.
La titular del cetro súper gallo de la Asociación y la Organización Mundial de boxeo se medirá el viernes en la noche con la Tigresa Acuña sobre el ring del teatro griego del parque municipal de San Martín.
