"Sin golpes bajos ni sensiblerías, el texto transpira melancolía de principio a fin"

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Tiempo estimado de lectura: 2 minutos

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canelo

 

Por Enrique Pfaab

Canelo es un perro que cuenta su historia en primera ¿persona? Esto, que podría resultar curioso en el primer párrafo, terminará con el lector mirando el mundo a sesenta centímetros del suelo y sintiendo la vida como un perro callejero. Y el autor logra más: consigue que la vida de Canelo se parezca a la de cualquier mortal y que el relato nos termine sumergiendo naturalmente en reflexiones existenciales.

La mayor virtud de un perro es su instinto. También la del autor del libro. Como en sus obras anteriores, Rolando echa mano a lo que sería una extraña virtud para estos tiempos: ve la historia, se detiene en ella, se sumerge allí, después la exprime y finalmente la cuenta con la pluma sencilla de los buenos escritores y también con el ojo crítico, objetivo -a veces irónico- del buen periodista.

Sin golpes bajos ni sensiblerías, el texto transpira melancolía de principio a fin. El perro narra su espera de su dueño  durante 12 años en la puerta de un hospital de Cádiz, España.

López, el periodista, también aprovecha cada capítulo para llevar al lector a caminar aquella ciudad española (hoy una de sus calles lleva el nombre del perro) y revisar su geografía y su gente. Además, entrevista personas que conocieron al chucho y fueron sus sustento.

Quien busque en este libro la historia de un perro fiel, la encontrará. Quien espere encontrar aquí pinceladas de un pueblo y su gente, también. Pero especialmente el lector se sorprenderá, quiera o no, reflexionando sobre su propia espera... o su búsqueda.

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