Nelson González, el policía acusado de asesinar a Fabio Basualdo el 7 de febrero de 2010 en uno de los tantos casos de gatillo fácil a cargo de la Policía de Mendoza, fue condenado por los tres jueces de la Segunda Cámara del Crimen a 14 años de prisión, aunque esperará la condena en libertad hasta tanto la sentencia quede en firme. Se supone, en teoría, que el condenado debe presentarse cada 15 días a constatar que no se ha fugado ante las autoridades policiales.
El fallo consideró a González autor material y penalmente responsable del delito de homicidio simple ocurrido en esa fecha a las 7.30 en Reconquista 610 de San Rafael.
Fabio vivía en aquellos días en el barrio Quiroga, de San Rafael. “Lugares como el barrio Quiroga o Pueblo Diamante, zonas muy pobres de San Rafael, están repletas de jóvenes. Hay mucho movimiento. Y se producen muchísimas detenciones arbitrarias por averiguación de antecedentes. Los chicos de esos barrios no pueden pisar las calles del centro. Y es algo común, naturalizado. Por más que se bañen, se pongan las mejores zapatillas, la mejor ropa, que se quiten la gorra… los llevan a la comisaría y los tienen ahí, una, dos horas”, describió Jennifer Arias, de la asociación civil Colectivo de Trabajo (La Coope), en entrevista con APe.
"La historia de Fabio Fernando Basualdo terminó aquella madrugada del 7 de febrero de 2010. Y su crónica vital es similar a la de tantos pibes y pibas de los márgenes. Desde La Coope relataron a Agencia de Noticias Pelota de Trapo que Fabio y su amigo, Diego Martínez, habían intentado entrar a un cumpleaños en una casa en la que no eran bienvenidos. Que alguien llamó a la policía. Que comenzó una persecución que tuvo un doble final: Diego fue detenido por el policía Lucero. Fabio terminó asesinado por el policía González con un tiro en la cabeza", reconstruyó la Agencia Pelota de Trapo.
La investigación –denunció La Coope- había sido convenientemente preparada: “un revólver 22 cortito plantado por policías”, “policías investigando policías”, “códigos corporativos”, “cofradías”. Y luego reconstruyen un momento clave, tras el crimen: “el policía González fue llevado al lugar de su detención en un móvil por sus colegas; y allí fue custodiado por más colegas. El escenario del hecho fue alterado. El arma homicida fue secuestrada por otros colegas y peritada por otros, que tuvieron hasta la delicadeza de limpiarla antes de ponerla a disposición del juez”. Y comparan: igual que en “en el caso Bordón, donde una pericia policial se animó a decir que Sebastián ´se había caído´”.
Durante el alegato final, el policía dijo que "se trató de un accidente . Nunca quise matar a esa criatura".
La defensa de González había objetado los testimonios que le sirvieron al fiscal para modificar la carátula inicial, un hecho que resultó clave para condenar al policía.
En tanto el abogado de defensor del policía hallado autor del asesinato, Waldo Torres, anticipó: "Vamos a apelar la decisión del tribunal. Durante el debate quedó probado que en 6 testimonios había inconsistencias".
Fuente: Agencia Pelota de Trapo/Izquierda Diario