Marketing del miedo, de la Gripe A al Ébola: "Las epidemias son un negocio impulsado por la OMS"

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epidemia

 

Por Virginia Uzal
Periodista miembro de la comunidad editorial del 4º Poder en Red

Miguel Jara es escritor y periodista independiente, especializado en la investigación de temas relacionados con la salud. Ha escrito libros varios libros en los que cuenta el poder de las grandes farmacéuticas, la peligrosidad de ciertos medicamentos o cómo juegan con nuestra salud con total impunidad.

Por sus trabajos en este campo ha sido galardonado con el premio Eupharlaw-Ibercisalud 2011 como la personalidad del año en el ámbito sanitario. Su lucha es también judicial, a través de un bufete en el que denuncia los daños provocados por medicamentos. Un ejemplo de como ejercer como 4º poder en red, en batalla constante contra las farmacéuticas, uno de los lobbys más fuertes y con un gran dominio en las administraciones públicas.

-¿Cómo gestionaron los grandes laboratorios la crisis del ébola?
-El virus del ébola no interesaba nada hasta hace unas semanas. Como siempre, se marca un antes y un después cuando se contagian los primeros occidentales. En este momento interviene la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que creo que había que prestar más atención sobre sus conflictos de intereses y su actitud siempre pro farmacéutica.

En esta ocasión, no se cumplían los requisitos para declarar una epidemia, y sin embargo la OMS declara el estado de emergencia mundial hace como mes y medio por este motivo. En ese momento, daba el pistoletazo de salida a la campaña de márketing del miedo que finalmente hicieron los medios de comunicación. Como los medios publican mucho sobre el tema, los gobiernos están temerosos y, por no enfadar a su ciudadanía, cuando haya unas vacunas o unos antivirales los van a comprar sin apenas pensarlo.

Con esto quiero decir que la OMS ha creado un mercado que antes no existía. A partir de ese momento las farmacéuticas aprovechan las circunstancias para sacar provecho. En la actualidad hay como 6 o 7 grandes farmacéuticas ensayando vacunas y antivirales.

-¿Hasta qué punto se aprovechan?
-Por ponerte un ejemplo, GlaxoSmithKline, que es la segunda farmacéutica más importante y la que se cree que lleva más avanzadas las pruebas de su vacuna, está pidiendo que por adelantado se comprometan los gobiernos a indemnizarla en caso de que pierda dinero, porque le salga más cara la investigación que la rentabilidad.

-Pasó algo parecido con la gripe A…
-Sí. En 2009, la OMS también declara la pandemia y les hace el favor, con la excusa de que se necesitan rapidísimamente los medicamentos, eliminar muchas trabas legales y normas de ejecución en los ensayos clínicos. Como los medicamentos se han ensayado muy rápido pueden no ser seguros y hacer daños a la población. Por lo que en los contratos que firmaron el gobierno español y todos los gobiernos del mundo, había cláusulas en las que se comprometían a correr con los gastos de posibles indemnizaciones de daños a causa del medicamento.

De esta forma, eximen de responsabilidad en la seguridad de sus fármacos al gran laboratorio, algo que jamás ocurre en ninguna otra situación. En esa ocasión, dieron el pelotazo económico las grandes farmacéuticas poniendo en el mercado vacunas de baja eficacia y que, finalmente, causaron daños.

No contentos con esas condiciones, en el caso del ébola, además de esos beneficios, quieren también recibir dinero con antelación en concepto de provisión de fondos por si tienen pérdidas en el futuro… Es un disparate, siempre salen ganando.

-Epidemias como negocio…
-Exacto, estamos viviendo una especie de campaña de márketing del miedo. Aprovechar comercialmente el temor de las sociedades a las epidemias y pandemias. Esto se repite año tras año.

En 2001, tras los atentados del 11-S, se distribuyen unas cartas con ántrax, que es un virus muy peligroso como el del ébola. En este caso también hubo una campaña del miedo en la que salió ganando Bayer, que curiosamente ya tenía un antibiótico que trataba la enfermedad.

En 2005 se produce la no pandemia de gripe aviar. Aquí había unos clamorosos conflictos de intereses porque estaba el ministro de Defensa de EEUU, que tenía acciones en farmacéuticas que comercializan el principal antiviral de las dos últimas pandemias de gripe. Esta es la segunda gran campaña del miedo asociada a un pelotazo económico, en este caso con implicaciones e intereses políticos incluidos.

En 2009 está la gripe A, que también produjo un pelotazo. No hubo pandemia como se había anunciado sino que la gripe fue benigna, comparando con años anteriores.  El pelotazo se produjo porque se vendieron vacunas y Tamiflú a mansalva. De hecho, ahora siguen acumuladas o ya prácticamente caducadas.

Todos  estos casos, incluido el del ébola, tiene como nexo común que los grandes medios de comunicación han participado en esta feria del márketing del miedo. Hay que tener mucho cuidado con la exageración y el sensacionalismo. Porque al final se crea una tensión social que no ayuda a resolver el problema y, además, genera más alarma. La actuación de los medios es crucial: en estos casos tienen mucho poder, el poder de calmar o alarmar a los ciudadanos y ciudadanas.

-¿Hasta qué punto son necesarias unas políticas públicas para frenar el poder de las farmacéuticas?
-El problema de los gobiernos es que también tienen graves conflictos de intereses: el fenómeno de las puertas giratorias. El lobby de las farmacéuticas es enorme. Se pasean por el Ministerio de Sanidad como por su casa. Vivimos en una democracia muy degenerada y muy poco transparente. Por eso la corrupción también existen en el ámbito sanitario. Las puertas giratorias son muy comunes. Muchos altos cargos públicos pasan después a las farmacéuticas.

Estamos viviendo una era, con el PP y con el PSOE, que no sabemos quién hace la política, si los propios laboratorios o los políticos profesionales.

-Ese poder del lobby farmacéutico también fue clave en el sistema de patentes…
-Sí, el sistema de patentes es una imposición de las patronales, de los lobbys farmacéuticos y los gobiernos más ricos, como EEUU. Este sistema pervierte el sentido de buscar medicamentos. Investigan sólo los más comunes en los países ricos. Los fármacos deberían ser bienes sociales.

-¿Crees posible alguna solución?
-Evidentemente más financiación pública. Me parecería un paso adelante que los estados invirtieran más en investigación. Que las universidades públicas, cuando encuentran algo interesante no lo vendan al mejor postor, que siempre es un laboratorio, y apuesten por desarrollar el medicamento y dedicarlo a fines sociales, sin patentes, ya que es un medicamento financiado con los impuestos de todos y todas.

-Sin embargo se hace todo lo contrario, se recorta en investigación….
-Exacto. Es que además los recortes están mal hechos. Si quisieran recortar, podrían nombrar una comisión que se llamaría “por la racionalización de la aplicación de medicamentos”. Ahora mismo estamos gastando una millonada en fármacos que son ineficaces y peligrosos. El número de medicamentos verdaderamente esenciales, importantes, eficaces y seguros que necesita la humanidad son entre 350 y 400 según la OMS. En España hay en total 17.000 marcas de medicamentos diferentes.

-Puede ser una medida polémica…
-Sí, pero muchos de esos 17.000 medicamentos son incluso peligrosos, poco seguros… y, sin embargo, siguen financiados. Si un gobierno tuviese el interés político real de ahorrar dinero, sin otras intenciones políticas, no tendría que hacer recortes. Aplicaría medidas de racionalización de los medicamentos, para quedarse con los más seguros y eficaces. Sacaría de la financiación pública medicamentos que honestamente no lo merecen. Y con todo esto ahorraríamos miles de millones de euros que se podrían invertir en mejorar la sanidad pública o en investigación.

-Pero volvemos al inicio, a las farmacéuticas no les interesa…
-Claro, de ahí la importancia de los lobbys y de la transparencia del gobierno. Los principales clientes de la industria farmacéutica son los estados. Por lo que los cambios sólo podría hacerlos un gobierno independiente que consiga anteponer los beneficios de los ciudadanos a los de las farmacéuticas, acabar con las puertas giratorias y poner coto al lobby. Un gobierno con la voluntad política de terminar con la corrupción, también en el campo de la salud.

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