Una gran manifestación en Israel pidió la salida de Netanyahu para tener “un país normal que pueda vivir con dignidad con sus vecinos”

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Decenas de miles de israelíes -40.000, según la policía- se concentraron tras la caída de la noche del Sabath en la plaza de Isaac Rabin de Tel Aviv, donde el líder laborista que firmó los acuerdos de paz de Oslo fue asesinado hace 20 años por un judío ultraortodoxo. No era exactamente un mitin de partido, aunque las formaciones de centroizquierda apoyaron el acto del movimiento “Israel quiere el cambio” impulsado por grupos de la sociedad civil.

El cambio en Israel es que el conservador Netanyahu abandone el poder y no logre un tercer mandato consecutivo tras los dos que lleva acumulados desde 2009, y que se suman al que ya ejerció como primer ministro entre 1996 y 1999. Pacifistas, viudas de oficiales caídos en Gaza, ecologistas y hasta antiguos jefes de los servicios secretos intervinieron en el acto más masivo celebrado hasta ahora en la campaña para las legislativas del próximo día 17 con un mensaje coincidente: “Cualquiera puede ganar, menos Bibi”.

“Un millón de manos” es la denominación oficial de este conglomerado de la sociedad civil que intenta movilizar el voto de centroizquierda para cerrar el paso a Netanyahu, que esgrime la política de seguridad como eje central de su campaña. Frente a la lógica del conflicto manejada por el líder del Likud, se enarbolan las banderas de la educación y la sanidad – y sobre todo la del elevado coste de las viviendas-- para ofrecer una alternativa social a los ciudadanos.

Las palabras de Michal Kesten-Keidar, viuda del coronel Dolev Keidar, muerto el pasado verano en Gaza, emocionaron sin duda a los asistentes al mitin. Pero nada pudo ser más destructivo para el discurso político de Netanyahu que la intervención del exjefe del Mosad Meir Dagan

"La guerra de Gaza fue un error", dijo Dagan en el escenario. El antiguo jefe del Mosad considera que su país vive ahora “un momento crítico para su futuro”. “La política del primer ministro está siendo destructiva para la seguridad del país”, ha advertido en un acto público anterior, “y su supervivencia está ahora en peligro”.

No ha sido la única voz ligada al legendario servicio de espionaje israelí crítica con Netanyahu. El general Amiran Levin, ex número dos de los servicios secretos y antiguo estrecho colaborador del primer ministro israelí ya se había sumado a las críticas.

“Lo poco que dijo [Netanyahu] ante el Congreso de Estados Unidos se lo podría haber dicho al presidente en privado en el Despacho Oval, habría podido ejercer mucha más influencia”, advirtió el general retirado Levin. Este exresponsable del Mosad se ha mostrado favorable a que “Israel tome la iniciativa y fije unas fronteras definitivas seguras para poder mantener parte del territorio y de los asentamientos que controla mediante acuerdos diplomáticos”.

En recientes declaraciones al diario Yedioth Aharonot, Yuval Diskin, ex jefe de Shin Bet. (contraespionaje interior), se ha sumado al coro de voces críticas con Netanyahu: “Su política sobre Irán ha fracasado, desde que llegó al poder en 2009 Teherán tiene un número de centrifugadoras seis veces superior y ha multiplicado por 12 sus reservas de uranio enriquecido. Su discurso en Washington solo ha sido una cortina de humo”.

Los miles de israelíes concentrados la noche del sábado en Tel Aviv parecían tener el mínimo común denominador de querer pertenecer a “un país normal que pueda vivir con dignidad con sus vecinos”, según reza uno de los lemas de la plataforma “Israel quiere el cambio”.

Pero los buenos deseos tendrán que esperar, un pescador de Gaza murió ayer tras ser tiroteada su barca por la Marina israelí por faenar aparentemente fuera del límite fijado por Israel tras el conflicto del pasado verano, según la información de fuentes sanitarias en la Franja recogidas por las agencias de noticias internacionales.

Fuente: El País

 

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