Zero en mecenas, zero en bajar los brazos: la historia de dos marginales con diez de actitud

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Con cien números en la calle, Revista Zero festejó sus trece años de trabajo y esfuerzo, demostrando que la voluntad puede tanto como los maletones de dineros de los dueños de multimedio cuando se trata de sacar un proyecto adelante. En medio del lanzamiento de su edición aniversario y luego de las primeras fechas del ciclo de conciertos Verano Zero, Gabriela Góngora, una de las fundadoras, dialogó con Explícito. 

zero

Por Jésica Vargas
Especial para Explícito

En Mendoza hay una revista dirigida por dos amantes de la música y la cultura en general que logró sobrevivir por más de una década en el feroz mercado de los medios. Es un producto independiente, autosustentable y reconocido por grandes artistas locales.

En 1999 Gabriela Góngora y Darío Manfredi acababan de recibirse de diseñadores y no tenían experiencia en medios pero los unía un profundo amor por la música y la cultura. Para plasmar esa pasión no encontraron mejor formato que una revista. De esta manera y con la ayuda de mucha gente que se fue sumando (entre dibujantes y escritores) se gestó la Zero.

Actualmente, lo que nació como un “gusto” que querían darse, se convirtió en un proyecto que confiesan dejó de ser de ellos. “Estamos haciendo algo que le sirve a la gente y ya no es nuestro. Si la dejamos de hacer es como que dejamos un agujero, más que nada en el lado del rock porque sin querer terminó siendo la revista del rock, que no sé si es tan así pero es conocida por eso”, explica Gabriela.

La Zero comenzó como una revista cultural. Un poco de música, de arte, de cine y comics. Fue un collage de notas, entrevistas y reseñas sobre distintas expresiones artísticas que se fue moldeando a través de los años

Sobre su filosofía Gabriela apuntó: “Nosotros empezamos como una revista de difusión cultural. Se fue transformando en una revista de música pero esto fue una consecuencia porque la gente que más se mueve es la gente que tiene bandas. Era mucho más normal que nos golpeara la puerta para pedirnos una nota una banda que [gente de] una obra de teatro, un pintor o un escultor”. Sin embargo la idea siempre fue que “haya de todo y a la vez poder difundir todas esas cosas”.

Hoy podemos encontrar en la revista reseñas de música local e internacional. Además, se habla de artistas conocidos y no tan conocidos para incentivar la investigación en sus lectores. Esto se debe a que el staff está compuesto por, como los describe Gabriela, “melómanos”. Ellos investigan, son casi visionarios que se anticipan y ven más allá de lo mainstream.

Las claves del éxito.

Gabriela confiesa que, aunque les costó un poco, enseguida sintieron el apoyo de la escena local. Esto, entre otros factores, se debió a que comenzaron a relacionarse con más gente del medio y que buscaron la manera de que la revista no fuera solo un informe de bandas, sino proponer notas y entrevistas que vayan más allá de lo usual.

Enfocándose en esos puntos y en la idea de que se debía cumplir un propósito, fueron obteniendo más aceptación. “Nosotros queríamos hacer algo que sirviera, que les sirva a ellos [los artistas] como difusión pero que la gente lo compre porque le gusta”.

Una elección de vida

Si bien la Zero cuenta con publicidad y es autosustentable, la edición y el trabajo que sus fundadores invierten no son determinados por una recompensa económicamente significante. La pareja, que además tiene dos hijos, realiza otras actividades. Gabriela trabaja en producción y Darío, entre otras cosas, presta servicios en una imprenta.

Entonces, ¿por qué apostaron y siguen apostando a la revista? “Fue una elección de vida, o la revista o dinero y dije ‘bueno vamos con la revista’ que es muy lindo. Es nuestra forma de vida y no me arrepiento para nada”, responde su directora sobre el medio que se ha convertido en un referente, una guía para la movida rockera local.

Tal vez esa elección sea la razón de su éxito. Y es por eso que asegura no aceptar pago para que ciertas bandas salgan en la portada como varias veces le pidieron.

Si no aceptan hacer esos “favores” y la revista no es una mina de oro, ¿qué los llevo a perdurar todos estos años en un mercado tan difícil? “La perseverancia de querer seguir si o si” contestó sin rodeos. Esto sumado al espacio que ocupan en la escena del rock mendocino, son los pilares de la revista que ya lleva trece años imprimiéndose para ser distribuida en Mendoza y Buenos Aires.

Con respecto al alcance geográfico de la Zero, nos preguntábamos si se pensó alguna vez en hacer una versión 100% digital. Muchos medios optan por este formato porque además de abaratar costos les permite mayor difusión. Su fundadora reconoció los beneficios de una web pero influenciada por el romanticismo que impulsa a la revista, que es quizás su esencia, respondió “No queremos que se muera la Zero en papel. Nos parece genial que las bandas se vean en la tapa de una revista de un quiosco en Mendoza. Se ven y los ve la gente”.

Sin embargo, confiesa que sí piensan en una alternativa digital pero aun no llegan a un acuerdo sobre el contenido de la página. Otro obstáculo es la falta de una persona idónea para manejar la web.

Otros proyectos

Lo que no es un obstáculo para ellos es emprender nuevos proyectos. En noviembre organizaron la sexta entrega de los Premios Zero, que reconoce el trabajo de los músicos mendocinos, aunque Gabriela lo vea más como una fiesta que una noche de galardones.

Sumado a eso, actualmente son los productores, junto a la Nave cultural, de Verano Zero. Sobre esta serie de conciertos que busca difundir la música local, ella admite “siento una responsabilidad de mostrar lo que representa posta lo que está pasando hoy en Mendoza con el rock”. Y así lo hace en un ciclo que cuenta con siete fechas en las que se presenta lo mejor del rock y sus subgéneros a nivel local.

Llevar a cabo este tipo de eventos no es fácil. “Lo que más nos cuesta en Mendoza es el público” dice refiriéndose a la asistencia de público a este tipo de espectáculos. “Nosotros venimos hace trece años con la lucha esta: [que] reconozcan esta gente porque son muy buenos, mejor que muchos que vienen de Buenos Aires”.

La lucha de la Zero desde su gestación ha sido esa, la difusión de la música y la cultura local. Es sabido, que muchos y grandes artistas tuvieron que migrar a Buenos Aires debido a la marginalidad que sufren por un público que no aprecia lo propio, lo nuestro.

Afortunadamente, nos encontramos con productos mendocinos como esta revista decidida a que se reconozca el talento local y no se mire solo hacia la capital.

 

 

 

 

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