Por Claudio D. Minghetti
Para Télam
Alfonsina, reciente trabajo del documentalista suizo Christoph Kühn, estrenado esta semana, se propone reconstruir la figura de Alfonsina Storni a partir de sus textos, poéticos o reflexivos, imágenes de archivo de viejos tiempos y recortes que alternan con fotos, apuntes de sus familiares, recitados de alguna de sus obras por su bisnieta, Mery, y también aportes de biógrafos, apropósito de su mensaje.
Alfonsina Storni es un personaje apasionante para el mundo del cine, no obstante solo una vez fue tomado con actores de carne y hueso, como ocurrió con Alfonsina (1957), que dirigió con destacable sensibilidad el cineasta austríaco Kurt Land en su etapa argentina, con Amelia Bence y Guillermo Murray, según el guión de José María Fernández Usain y Alfredo Ruanova.
La segunda vez del cine tiene que ver con otro director europeo, Christoph Kühn, un documentalista suizo de larga trayectoria, especialista en creadores y artistas relacionados con su país, entusiasmado con la poetisa nacida en Sala Capriasca, del cantón de Ticino, en Suiza (que además es el lugar de nacimiento del realizador), pero que llegó junto con sus padres a San Juan, cuando tenía 4 años.
Alfonsina, que con sus padres, y después del fracaso de la cervecería familiar, marcharía a Santa Fe para iniciar una nueva vida, fue mesera en el café rosarino que reemplazó el emprendimiento anterior, y al independizarse actriz, entrenadora de declamación, periodista y poeta, primero romántica y melancólica, poco después reflexiva y comprometida con el anarquismo.
El feminismo de Alfonsina fue precursor y sumamente audaz para su tiempo, no solo en sus artículos sino también en el teatro, en donde también incursionó, piezas que fueron resistidas por el masivo de la crítica a cargo de hombres que, a su vez, todavía colocaban a la mujer en un segundo plano socio político, resignadas a la vida doméstica o a trabajos menesterosos.
El lema “Ni dios, ni patrón ni marido” fue clave en la vida de Alfonsina, que fue madre soltera cuando esa condición era condenada por la sociedad, que supo, además, construir un fuerte vínculo con el escritor uruguayo Horacio Quiroga, hasta que su fue a vivir al norte argentino, quedando ella nuevamente cara a cara con su destino, siempre en soledad y amenazado por la melancolía.
Kühn sabe como sacar partido de las viejas imágenes, al igual que las que el mismo registró para ilustrar sus escritos poéticos, y en especial la carga emotiva que le da a los recitados la bisnieta de Alfonsina, que saca partido del escenario del viejo café Tortoni para transmitir aquellos sentimientos convertidos en poesía por una artista muy singular.
“Alfonsina transgredió todas las leyes de la época que le tocó vivir. No es que no le importasen las reglas, pero vivió su vida con total radicalidad, y eso sigue siendo un ejemplo para muchos hasta el día de hoy”, dijo el cineasta en una de sus incursiones en la Argentina a propósito del personaje de su filme, que tuvo su premiere mundial en el Festival de Mar del Plata de 2013.
Era obvio que el trabajo recurriera al popular tema Alfonsina y el mar, zamba de Ariel Ramírez y Félix Luna, aquí en una versión propia, porque su letra, que gira en torno a su suicidio, ayudó a repensar el personaje y su historia por fuera del enigma que encerraba, y a mantenerlo vivo, a más de un siglo de su nacimiento y a más de siete décadas de su triste y voluntario final, en la costa de Mar del Plata.
El cineasta con poco material genuino de Storni, saca partido de esas imágenes en su mayoría estáticas, así como las referidas a Buenos Aires, pero en especial a las propias y a los testimonios desde distintas perspectivas, con narración de la actriz y locutora María Marta Guitart, consigue así recuperar y presentar a las nuevas generaciones al personaje, su vida, su obra, su fuerza y también su enigma.