Llamo a vestirse de brasileños

Bolsonaro radicaliza el nacionalismo con su popularidad en picada y el Amazonas en llamas

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Jair Bolsonaro apeló al nacionalismo radical para enfrentar la caída de su popularidad.

Con su popularidad en caída libre, el presidente brasileño Jair Bolsonaro apeló a un discurso hipernacionalista. El militar está en campaña para instalar que su presencia salvará al país de una colonización extranjera. La teoría tiene bases desopilantes: resulta que el peligro se activó por el ofrecimiento del francés Emmanuel Macron para ayudar a combatir las llamas que devoran grandes extensiones del Amazonas.

"Pedimos a quien esté en Brasilia, en Río de Janeiro o San Pablo, que acuda de verde y amarillo", dijo el mandatario ultraderechista en una ceremonia en el palacio de Planalto. Se dirigía a quienes participarán de las celebraciones del Día de la Independencia brasileña, el sábado.

"No es para defenderme u ofender a quien quiera que sea. Es para mostrar al mundo que esto es Brasil, que la Amazonía es nuestra", arengó el militar. Brasil celebra el 7 de septiembre el 197° aniversario de su independencia de Portugal.

El llamado a los brasileños a ir a las celebraciones vestidos de verde y amarillo no es una novedad. Tiene un antecedente: en 1992 lo hizo el entonces presidente Fernando Collor de Melo. No le resultó. La mayoría salió a las calles con vestimenta negra. El mandato de Collor de Melo se terminó a fines de diciembre de ese año. Fue destituido por un impeachment  en el Parlamento luego de una fugaz gestión en la que interpretó el denominado Consenso de Washington, al igual Carlos Menem en Argentina.

"No será nuestro caso", se despegó Bolsonaro del mentor de la movida para llenar las calles de gente vestida con los colores de la bandera brasileña.

La imagen en picada

La imagen del militar que gobierna Brasil en consonancia con los intereses de Estados Unidos en la región se está cayendo a pedazos. Como la de su gestión de gobierno.

La aprobación al mandatario cayó de 57,5 por ciento en febrero al 41 por ciento en agosto. A la par, la desaprobación subió de 28,2 por ciento a 53,7 por ciento. Los datos surge de un sondeo del instituto MDA, realizado del 22 al 25 de agosto, en plena polémica sobre la política ambiental de Bolsonaro debido a la multiplicación de incendios en el Amazonas.

Las imágenes de la selva brasileña en llamas conmovieron al mundo. Y alteraron los planes de Bolsonaro para expandir a esa zona la explotación minera, incluso avanzando sobre las reservas indígenas y las áreas protegidas.

En medio de las llamas, el militar electo presidente consideró la acción de oenegés y el interés de países europeos en la preservación de la selva como injerencias que amenazan la soberanía de Brasil.

Macron, la solución

En ese contexto, Macron se convirtió en el enemigo público número uno de Brasil, según el discurso de Bolsonaro. La confrontación con el francés empezó cuando el mandatario europeo ofreció ayuda para apagar los incendios. De entrada, el brasileño lo consideró una injerencia externa sobre la soberanía.

Macron sugirió luego la posibilidad de internacionalizar la preservación del Amazonas, en caso de que Brasil no consiga garantizarla. Esto radicalizó más aún el discurso del mandatario brasileño.

Bolsonaro encontró en Macron una excusa para hacer política interna en medio de la deblace de su popularidad. Recién cumplió nueve meses en el gobierno y ya enfrenta índices negativos peligrosos para la estabilidad en el gobierno.

El sondeo mencionado remarcó que el porcentaje de personas que juzgan negativamente la acción del gobierno saltó de 19 por ciento en febrero a 39,5 por ciento seis meses después. Y el de quienes la juzgan de forma positiva cayó de 38,95 a 29,4 por ciento.

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