Por Iñaki Berazaluce
Para Público.es
¿Qué tendrá Borja, un pueblo zaragozano de apenas habitantes, para haberse convertido en el vórtice del arte insólito de España y parte del extranjero? En 2013 la artista local Cecilia se convirtió en una celebridad mundial gracias a su audaz restauración de un fresco del Ecce Homo. Parecía difícil superar en extravagancia y desparpajo a la irreverente obra de Cecilia, pero hete aquí el impactante retrato del (ex) rey Juan Carlos dibujado por el también vecino José Pasamar en 1987 para demostrar que en lo que el arte borjiano se proyecta hacia el infinito y más allá.
El retrato más delirante del rey (a partir de ahora, el rey campechano, para no confundirle con el rey JASP) muestra al anterior jefe de Estado emergiendo de una España-tutú, con el poderoso torso desnudo y ataviado exclusivamente con el toisón de Oro (y una gota de Varón Dandy). La corteza continental de España (ni rastro de Portugal en el mapa) está aupada por un puñado de manos izquierdas que suponemos representan a los españoles, elevando a los cielos al primero de sus ciudadanos. Una pareja de nudistas pasea a la altura de Teruel, ajenos al ciclópeo monarca.
Para cerrar el círculo de este peculiar Monparasse borjiano, Cecilia Jiménez era amiga íntima de José Pasamar, según cuenta la perpetradora del Ecce Homo en el último número de la revista Interviú (la reconocerán en el kiosko porque sale una tía en porretas). Cecilia recuerda que Pasamar “tenía unas ideas muy raras, pero era muy buen pintor y una persona excepcional. A mi hijo siempre le regalaba material para pintar”. En esta relación resuenan ecos de la que Gaugin mantuvo con Van Gogh, aunque con matices: José Pasamar murió en 2007 en su ciudad adoptiva con las dos orejas que traía de serie.
El retrato de Juan Carlos I a carboncillo luce desde hace 25 años en una pared del restaurante Gabás de Borja, a 6 kilómetros del Santuario de la Misericordia, en cuyo muro luce la reinterpretación del Ecce Homo de Cecilia, por derecho propio el gran atractor del turismo a la localidad maña: el fresco aún atrae 2.000 visitantes mensuales. Al Ecce Borbón, también conocido como “Tarzán de las Españas”, van a verle muchos menos (de momento): los clientes que acuden a degustar las migas del restaurante Gabás. Con muy buen criterio, el retrato del rey campechano está flanqueado por sendas cabezas de ciervo. El presupuesto no da para paquiermos.
Inevitablemente, el microcosmos borjiano está conectado en uno u otro momento al Ecce Homo: el precio del menú del día del Gabás ha pasado de 9 a 12 euros desde el fenómeno del Ecce Homo. Quién sabe si el vetusto comedor del Gabás se convertirá en el próximo lugar de peregrinación de los exploradores del fenómeno bizarro en Borja, provincia de Zaragoza.
La primicia sobre el Ecce Borbón de Borja me la dio el yihadista de la publicidad Raúl Cirujano, a la sazón, la “otra” mitad de Parece Del Mundo Today. El azahar quiso que me topara con un ejemplar de Interviú, de donde está extraída la información de este artículo, amén de Heraldo y Público.