El mundo está en las garras del crimen organizado desde que Batman y Robin salieron del clóset y se entregaron al amor... Y mientras tanto, en Encuestópolis...
Nuevas maldades se planean en la ciudad amurallada de los encuestadores.
Encuestópolis es la burbuja de la participación social internauta, donde vive lo más granado del periodismo de invención, primo bastardo del periodismo de investigación. Es un hábitat binario donde sólo reina el SI/NO. No se admiten los matices ni las explicaciones. SI/NO, o la muerte participativa.
Los ingenieros de las preguntas de Encuestópolis mezclan pócimas para dar con la fórmula perfecta: el interrogante que acorralará a los lectores a punta de lanza, o de clic.
Interrogant & Bolacement es el proveedor preferido de Encuestópolis. Su sólo nombre trasunta un halo de seriedad imprescindible si de encuestas se trata.
Allí tejen productos de lo más diversos y tendenciosos con los cuales se logra el objetivo primordial: que la opinión salga como quiere el cliente, pues que para eso ha pagao.
¿Te gustaría morir asesinado por un presidente corrupto en este país calamitoso mientras ves como se queman todos los ahorros que conseguiste con tanto esfuerzo? Sí/No
Genialidades como ésas son las que cranean en los laboratorios de Encuestópolis.
Después los resultados viajan en una cinta transportadora hasta el laboratorio de ideas brillantes. Allí los editores periodísticos los mezclarán con distintos químicos del ingenio y más tarde los despachan al gabinete de periodistas de la invención, que harán la nota de que la mayoría de los encuestados en Encuestópolis pide tal o cual cosa.
Cuenta la leyenda que una vez, en Encuestópolis, uno de los más talentosos reporteros ideó una de las preguntas más reveladoras y de respuesta instantánea de la historia de esa ciudad:
¿Creés que es justo que los aprovechadores docentes se tomen tres meses de vacaciones mientras a vos te dan unas míseras semanas en enero? Sí/No
Desde ese momento se instauró el premio Encuestópolis al periodista del mes, fomentando la competencia de cerebros, en una carrera digna de sentarse a ver con pochoclo y todo.
Y para que fuera aún más interesante la competencia, se instauró el antipremio: el Orejas de burro a la encuesta más pavota.
Varios se disputaron el rubro: ¿Los chicles de antes eran más ricos? Si/No, ¿Te tomaste ya el Metrotranvía urbano? Sí/No. ¿Te irías de vacaciones si pudieras? Si/No. ¿Seguiste en la tv los festejos por el Día de la Democracia? Si/No. Y así, hasta el infinito en el espiral de la intrascendencia.
Asique ustedes vean, amigos, si quieren hacer clic ciegamente en esos Sí/No tan tentadores que saltan a la vista con garrocha desde la pantalla, o prefieren tumbarse a ver la nueva temporadita de Batman y Robin, amor en traje de látex.
Gabriela Valdés
