El presidente del Senado de Brasil, Renán Calheiros, rechazó este lunes la suspensión del trámite para un juicio contra la mandataria Dilma Rousseff, que fue decidida por el jefe interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhao. Por lo que la continuidad del proceso de enjuiciamiento contra la Presidenta estará no sólo cuestionado desde la legitimidad política, como hasta ahora, sino también por su legalidad.
"Es una decisión intempestiva", que "no tiene ninguna cabida" en el proceso democrático y que "no puede ser aceptada", dijo Calheiros al instalar una sesión en el pleno del Senado. La expresión del líder de la Cámara Alta resume al ala dura de la oposición, que se fortaleció con el avance de la campaña contra el partido gobernante hasta llegar a Dilma.
Está previsto que el miércoles el pleno del Senado vote por la continuidad del proceso contra la mandataria, pero el escenario fue alterado por la decisión tomada el lunes en la mañana por Maranhao, la que dejó sin efecto la sesión bochornosa en la que fue aprobado el juicio político a la presidenta en la Cámara Baja. El presidente de diputados consideró que hubo "prejuzgamiento" y "ofensa al amplio derecho de defensa" en la votación contra Rousseff.
"Aceptar esa broma con la democracia me dejaría personalmente comprometido con el atraso del proceso. Al fin y al cabo no cabe al Presidente del Senado decir si el proceso es justo o injusto", dijo Calheiros en el plenario.
"Ninguna decisión unipersonal puede sobreponerse a la decisión colegiada, aún más cuando fue tomada por el más relevante colegiado de la casa", indicó Calheiros en referencia al plenario de la Cámara de Diputados, que aprobó el impeachment con una arrolladora mayoría de 367 en 513 legisladores.
De ser aprobado el impeachment, Rousseff sería suspendida del cargo por hasta 180 días mientras dura el proceso, periodo en el que vicepresidente, Michel Temer, exaliado del gobierno y hoy su mayor enemigo, asumiría el poder.
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