¿Por qué un perro puede estar 12 años en la puerta de un hospital? La incógnita que disparó un nuevo libro de Roly López

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El escritor mendocino Roly López, editor de la sección policiales de diario Los Andes, se apresta a presentar un nuevo libro de su prolífica carrera. Foto: Amparo López
El escritor mendocino Roly López, editor de la sección policiales de diario Los Andes, se apresta a presentar un nuevo trabajo de su prolífica carrera en la Feria del Libro de Mendoza. Foto: Amparo López

 

Por Gabriela Valdés
@gabivaldes

Lo único que no hizo fue pararse en cuatro patas para desandar la avenida Ana de Viya. Para escribir "Canelo, el perro que esperó a su dueño durante 12 años", Roly López encaró todo lo demás: viajó hasta Cádiz, donde ocurrió esta historia, se quedó frente a la puerta del hospital esperando, como Canelo, se acuclilló a la altura del cruce de calles para ver lo que vería el protagonista desde su altura, escribió a propósito en estado catatónico y febril, como padece el perro en uno de los pasajes del libro, se fue de bares y chiringuitos y conoció a los amigos de Canelo. Sin embargo, no encontró el porqué.

"No encontré el porqué", suelta como confesión y advertencia Roly para cualquiera que encare su nuevo libro. "Nunca supe porqué el perro estuvo 12 años en el hospital, ni porqué merodeaba en las mismas calles". Parece un sincericidio para las ciento cuarenta y pico páginas en esta historia que simula ser el manual básico de fidelidad canina: un perro que se pasa 12 años con la mirada clavada en una puerta por la que, cree, saldrá su dueño, que ha fallecido en el interior del hospital. Todos lloren. Pañuelos. Telón.

Pero no. El autor prefiere aplicar el removedor y sacar la pátina de romanticismo de la historia y así espera revelar, científicamente, si se pudiera, la clave del comportamiento insistente de este ejemplar de labrador que se ganó notas en toda la prensa española y hasta en la BBC.

Narra en el prólogo que la historia de Canelo se le reveló "cierta tarde" en la redacción cuando hojeaba diarios, "por pura casualidad, como a veces suelen comenzar las obsesiones (...) dí con un pequeño suelto en la contratapa de Crónica: 'En España bautizan una calle con el nombre de un perro'".

-¿Cómo pasaste de "un perro que te llamó la atención" a "me mando un libro con esta historia"?
-Básicamente fue preguntarme, más allá de la historia embadurnada de sentimentalismo, por qué un perro puede estar 12 años en la puerta de un hospital. Yo viajé por otros motivos a España y aproveché el viaje porque no me quería quedar con la historia que contaba la literatura del caso hasta el momento, que era una cuestión mágica. La memoria del perro es de corto alcance, no podía estar 12 años esperando al dueño. Yo no quise sacarle el encanto a la historia, pero finalmente uno de los veterinarios me dice que el perro sigue el circuito de la comida, que es lo que mantiene vivo a cualquier ser humano. Sin embargo hay una vecina que se lo lleva dos veces y le da comida y el perro se va, entonces es cuando la gente empieza con la leyenda de que amaba a su dueño, etc. Pero no se puede explicar porqué. Mi duda fue siempre porqué. Y me vine con la duda de España. No me quise quedar con el romanticismo.

-Sin embargo nadie en el libro quiere romper el mito. Ni siquiera el veterinario, que te da una explicación racional pero al final cierra con "pero la historia es preciosa"...
-Científicamente nadie me lo pudo explicar. Yo no soy especialista en perros.

-El mascotero quizás puede hallar una explicación desde el vínculo que se establece siempre con el animal...
-Pero yo no hice el libro pensando en eso. Sí es cierto que la historia tiene ribetes hollywoodenses. Porque incluso modifican las leyes en Cádiz después del caso Canelo. Hicieron una marcha por el perro, que eso en España es muy difícil, salvo casos como los indignados, logra un indulto a la pena de muerte, es el único perro que tiene un seguro sin tener dueño.

-En el fondo la idea romántica movilizó a la comunidad
-Es que a través de la prensa la gente sabía quién era el perro. Además de la movilización de las organizaciones animalistas, que nunca me cayeron muy simpáticas tampoco, porque ponen una pasión extrema en un perro o un gato y tal vez ignoran un niño con hambre.

-¿Hay algo de cholulaje también en la historia? Cuando salía en la tele y los diarios todo bien, se muere Canelo y endurecen las leyes con los perros callejeros.
-En España no hay perros callejeros. Yo viajo desde hace 12 años y no hay, desaparecen rápidamente. Esto sirvió para que nunca vuelva a ocurrir esto. Hoy ningún perro podría estar en la puerta de un hospital. Se lo lleva la perrera. Cortan el amor por lo sano. Más que cholulaje hay sentimentalismo. Yo fui diez años después que se había muerto y la gente lo primero que hacía cuando yo les preguntaba por Canelo era decir "awwwww". El espíritu gaditano es muy para afuera, son muy simpáticos, a veces agrandaban los detalles de las historias.

-También está presente el espíritu de la "loca de los gatos", el personaje de Los Simpsons
-Y... había una señora con un carrito que le daba de comer a los gatos, a las palomas y a los perros. Un personaje que todo el mundo conocía en Cádiz.

-Me pareció que la gente proyecta en el perro esa fantasía de lo que va a pasar cuando cada uno muera...
-Yo creo que más que eso hay una necesidad de humanizar al perro. Perros que se quedan en la tumba de sus dueños son receptores de todo tipo de halagos... y capaz que eran unos perros re mala onda pero hay una cuestión de resaltar la fidelidad del perro. La fidelidad, que es muy ajena a las personas, no la encuentran en los pares, en los políticos, en las parejas, en los amigos, y la depositan en el perro. Te repiten "cuánto tenemos que aprender de ellos".

-¿Porqué hiciste hablar al perro y cómo elegiste el tono?
-Eso ya se ha hecho en la literatura. Me parecía que para todo lo que había que contar iba a ser un poco tediosa la tercera persona. Fue para intercalar la historia, con datos científicos, testimonios, en tercera persona era tedioso. Para refrescar la historia era la primera persona. No caí en la tentación del retrato del perro que está sufriendo todo el día, con música de piano y lluvia todo el tiempo. Por eso es difícil de encuadrar, porque es una novela, no, es un perfil del perro, tampoco, es científico, tampoco. Hay mucho de mi pensamiento propio en el libro, a través del perro. Es una historia súper linda.

Es, además, una narración sin spoilers: el protagonista muere en el primer capítulo, una forma de echar a andar el relato con el ritmo de una gran bola de piedra desde la cima de una montaña. Muere un 9 de diciembre, había llovido "como para que todo quedara barnizado por el agua" y Canelo está por emprender su última travesía por esas calles que lo han visto pasar, primero ágil y ahora con todos los achaques de su cuerpo viejo. Si dejan que este escritor los tome de la mano y los guíe, andarán por los mismos caminos gaditanos que con sus patas y su brújula nariz húmeda recorrió el perro, olerán la espuma que se desarma en el aire y quedarán justo al fin o al principio de la historia, cuando Canelo se queda dormido, después del golpe de las fauces de un auto.

 

*Canelo, El perro que esperó a su dueño durante 12 años será presentado en la Feria del Libro de Mendoza el 11 de octubre y en breve estará disponible en las librerías locales.

La contratapa, a cargo del periodista y narrador Enrique Pfaab

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