Con la garganta todavía ardiente por el grito colectivo del 24M, este lunes Liliana Furio, la hija de Paulino Furio −uno de los genocidas juzgados y condenados en Mendoza− remarcó la importancia de los juicios d lesa humanidad y levantó las banderas del colectivo Historias Desobedientes, hijos, hijas y familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia, al que pertenece: "No queremos dejar que se instale el discurso mentiroso de que esto es el pasado. Se trata del presente porque no están arrepentidos de nada, porque hay gente que continua desaparecida, hay nietos que aún no se han recuperado, y se quiere instalar una mano dura casi con un estado de excepción y eso tiene que ver con lo que pasó en los setenta".
Liliana es portadora de una historia que comenzó a conocerse el año pasado y que, a nivel masivo, alcanzó difusión cuando la hija del represor Miguel Etchecolatz reveló en la revista Anfibia su batalla por la portación de apellido. A Paulino Furio se le impuso la pena máxima en el juicio a jueces que culminó en julio del 2017 con la condena de cuatro exjueces cómplices y partícipes del plan d exterminio.
Los hijos e hijas de genocidas presentaron en 2017 un proyecto de ley para poder declarar contra sus progenitores en causas de crímenes de lesa humanidad. En la marcha del último sábado, fue la primera vez que sumaron su bandera a las de los organismos de DD.HH., agrupaciones sociales, políticas y sindicales en una manifestación masiva.
"Mi padre reivindicó el horror en el juicio de la Megacausa, y para mí eso significa un dolor y una vergüenza con la que tengo que convivir", contó este lunes en Fm La Patriada. "Me cayó la ficha de lo que estaba pasando cuando salí del closet, más o menos en el año 94. Antes de eso yo estaba muy metida en un ámbito militar, me crié en barrios militares, pegada a los cuarteles", señaló.
El camino de reconstrucción de la memoria, para Liliana, significó ir de la calle donde festejó la vuelta de la democracia a sentarse a escuchar y leer los testimonios de cientos de sobrevivientes que, con la llegada de los juicios de lesa humanidad, fueron juntando las piezas del rompecabezas de la muerte.
"Escuchar y leer las declaraciones de ex detenidos fue saber a ciencia cierta que se trataba de un plan sistemático de exterminio. Querían hacer creer que se les iba de las manos a veces, pero se trató de un plan sistemático de torturas, desapariciones, apropiaciones de bebes", dice ahora, segura de la responsabilidad de su padre. Furio fue jefe de Inteligencia del comando de la brigada de la Ciudad de Mendoza, que dependía de Luciano Benjamín Menéndez, y tiene varias condenas a perpetua que cumplir.
Archivo Explícito: Juicios de Lesa Humanidad en Mendoza
"Yo festejé la democracia en la calle, y después se empezaron a saber algunas cosas. Yo pregunté y me dijeron que en Mendoza no había sido para tanto, que en la guerra a veces hay cosas que no se pueden controlar, y me quise quedar con eso. Era muy joven e ignorante, y hay un costado negador cuando se trata de seres tan queridos, es un proceso que me llevó muchos años. Cuando empezaron los juicios pude ver realmente qué pasó", sostuvo Liliana en la entrevista radial.
El proceso de desapego de la figura paterna, aunque doloroso, no implicó la necesidad de cambiar su apellido, como han solicitado en la Justicia otros parientes de genocidas: "Hay quienes han hecho el camino de despojarse el apellido, y en ese grupo hay hijos y ex hijos. En mi caso yo no me voy a sacar el apellido porque el apellido no es él. El apellido lo portamos un montón de hermanos y gente que lo precedió que no cometió ningún genocidio. preferimos despojarlo a él de su poder patriarcal de que es el portador de todo. Pero eso es una historia de cada uno, hay que acompañar a cada uno con su proceso".
Con la ayuda de los testimonios de los sobrevivientes, y mucho de terapia, Liliana pudo completar el rostro de su progenitor: "Nunca tuve un idilio con mi padre, es un tipo duro y extremadamente machista. Siempre la relación fue difícil. Para mi es muy difícil que una persona que estuvo escuchando testimonios del horror siga reivindicando eso. Yo una vez traté de hablarlo con él. Fue una vez que me encontré con la mujer de un detenido desaparecido. Lo abordé y le pregunté. Y la respuesta fue una pesadilla, un horror. Fue lo mismo que declaró en el juicio en Mendoza: que no estaba arrepentido de nada".
La entrevista completa a Liliana Furio: