Luis Fernando Camacho Vaca decía que no iba a parar hasta hacer entrar la Biblia al Palacio Quemado, sede del Ejecutivo de Bolivia. Este domingo lo hizo: la fotografía recorrió el mundo. Camacho arrodillado con la bandera tricolor boliviana, una Biblia y una carta de renuncia para Evo Morales, que a esa hora comunicaba que dejaba del gobierno.
Camacho es un abogado santacruceño de 40 años, casado y con tres hijos. Proviene de una familia acomodada de la región e irrumpió en las últimas semanas en la escena internacional debido a que se puso a la cabeza de lo que él mismo denomina como un “proceso para recuperar la democracia” en Bolivia.
Sin embargo, Camacho construye esta idea de democracia en un carril paralelo a la institucionalidad boliviana: sin ser candidato para ningún cargo comenzó con este “proceso” a partir de la instalación, antes del 20 de octubre pasado cuando Morales sacó la mayoría de los votos, de la posibilidad del fraude electoral.
Desde el Movimiento al Socialismo (MAS), partido oficialista, lo acusaron desde un inicio de manejar los hilos de un intento de golpe de Estado para derrocar a Evo Morales.
Cuando se ve la más oscura de la noche, es porque pronto saldrá el amanecer.
No estamos derrocando un gobierno, estamos liberando toda una Nacion!¡Pronto sale el sol para Bolivia!#MovamosBolivia #BoliviaUnida #AhoraONunca
— Luis Fernando Camacho (@LuisFerCamachoV) November 9, 2019
Nacido en cuna de oro
Nació y creció en Santa Cruz, una de las zonas más ricas y poderosas de Bolivia y el departamento en el que históricamente habita la mayor parte de la población blanca de ascendencia europea del país. Luego de recibirse como abogado en la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, realizó estudios de posgrado en la Universidad de Barcelona donde completó una maestría en Derecho Financiero y Tributario.
Su activismo comenzó cuando tenía 23 años como vicepresidente de la organización cívica Unión Juvenil Cruceñista, que aunque se autodefine como “cívica” fue calificada por la Federación Internacional por los Derechos Humanos como “una especie de grupo paramilitar” que realiza actos de racismo y discriminación contra habitantes e instituciones indígenas de la zona.
Ya en 2015, ingresó en el Comité Cívico Pro Santa Cruz -donde su padre fue presidente entre 1981 y 1983-, primero como segundo vicepresidente y luego como primer vicepresidente. Desde febrero de 2019 Luis Fernando Camacho preside esta organización que nuclea entidades empresariales, vecinales y laborales de la región donde se reúne la mayor parte de la oposición al proceso de transformación que encabeza Evo Morales desde que llegó a la presidencia en 2006. De hecho, el apodo de “macho” se lo ganó justamente por el “coraje” con el que encabeza la campaña contra Morales, a quien acusa de “tirano” y “dictador”, aunque a lo largo de su vida pública demostró en varias oportunidades que el mote de “dictador” también le calza a él por su conducta machista y su violencia patriarcal que replican sus seguidores.
A la par de su vida pública, Camacho es docente universitario y empresario, y junto a su familia forma parte del Grupo Empresarial de Inversiones Nacional Vida S.A. Las empresas pertenecientes a esta corporación operan en el rubro de los seguros, el gas y los servicios. Hay versiones que indican que una de las principales causas de su acérrima oposición al gobierno de Morales se debe a deudas y pérdidas millonarias relacionadas con el negocio del gas en Santa Cruz.
En los Panamá Papers
Investigaciones de medios bolivianos vinculan a Camacho con los Panamá Papers como intermediario, a partir de la creación de tres sociedades (Medis Overseas Corp., Navi International Holding y Positive Real Estates) para “coadyuvar a personas y empresas a esconder sus fortunas en entidades offshore, lavar dinero y establecer esquemas de evasión de impuestos”.
Su postura ante esto es la de negar los hechos y denunciar una supuesta persecución en su contra para que levante el paro que desde hace días promueve en todo el país.
Su cruzada contra Morales
Histriónico y prepotente, con una oratoria exacerbada y una imagen asociada a la gente blanca acomodada del país (que legitima a partir de su origen santacruceño burgués), sostiene su popularidad apelando a la cantidad de gente que convoca y a la cercanía que dice tener con sus seguidores. Es muy evidente la construcción que realiza de su figura en contraposición con el origen humilde, campesino e indígena del presidente Morales. Y a pesar de que se esfuerza por asegurar en reiteradas oportunidades que no expresa un mensaje racista, algunos sucesos demuestran lo contrario, como lo ocurrido durante la marcha de mujeres el jueves siete de noviembre en Cochabamba.
Lo cierto es que la actual confrontación en Bolivia sirve de contexto para reforzar antiguos estereotipos racistas que estigmatizan no solo a las mujeres, sino que también se basan en intersecciones relacionadas con la raza, el origen, la religión, la elección sexual y la edad.
La Biblia y el calefón
En línea con otros representantes de la nueva derecha regional, como el presidente brasileño Jair Bolsonaro, Camacho maneja un discurso con muy fuerte anclaje religioso. En cada una de sus apariciones públicas y a través de las redes sociales, alienta la oración y proclama su fe en Dios. Convoca a las manifestaciones en el Cristo Redentor y se asegura de que sostengan la imagen de una virgen a su lado mientras que arenga al público.
Incluso, insiste en cada uno de sus mensajes con la necesidad de lograr que “la Biblia” vuelva a entrar en la casa de gobierno boliviana, que según él fue desalojada a partir de la asunción del MAS. Esto le ha permitido alinear detrás suyo a todas las fuerzas clericales y anti derechos bolivianas, que tuvieron variadas expresiones homofóbicas y misóginas durante la campaña electoral y que buscan criminalizar la homosexualidad y continuar penalizando el derecho al aborto.
A través de un show en las redes sociales y de la espectacularización de sus demandas, Camacho desconoció inmediatamente el resultado de las elecciones pasadas, convocó a un cabildo en Santa Cruz y a través de votaciones por aclamación le dio a Morales un plazo de 48 horas para que presentara su renuncia. En paralelo, se autoproclamó al frente de la “unidad” opositora, opacando incluso a la figura de Carlos Diego de Mesa Gisbert, el candidato de la coalición Comunidad Ciudadana que quedó segundo en las elecciones del 20 de octubre. También llamó a un paro indefinido y a la desobediencia civil hasta lograr el objetivo que se había planteado: la renuncia de Evo Morales.
El objetivo final
A esta altura, a “El Macho” ya ni siquiera le interesa lo que la misión de la OEA que está auditando los resultados de las elecciones tenga para decir. Incluso se expresó en su cuenta de twitter en contra de Mesa, acusándolo de ser obligardo a respaldar la auditoría internacional, aunque luego borró el mensaje. Según dice Camacho, trata de convocar a nuevas elecciones en las que Evo Morales no esté presente. Con un discurso que, aunque intenta asociarlo con “la paz y unidad del pueblo boliviano”, termina cargado de racismo, odio de clase y provocación. Incluso, hasta llevarlo a la posibilidad certera de un golpe de Estado.
Fuente: Nodal