Después de permanecer por meses en Mendoza, partió este miércoles a Salta un grupo de unos 50 cosechadores que estaba varado a la espera de que esta provincia autorizara la entrada a su territorio.
Estos obreros son parte de la postal dantesca que ofreció Mendoza al terminar la cosecha: cientos y cientos de los trabajadores, en su mayoría del norte argentino, negreados por sus patrones, trabajando por unas monedas a miles de kilómetros de su casa, y luego abandonados por el estado mendocino en la Terminal de Mendoza o en galpones de fincas.
Cada año estas condiciones de trabajo se repiten, pero esta vez con la pandemia quedó en evidencia el trabajo esclavo que permiten empresas y gobierno, y la desatención a estos obreros, sin garantizarles las condiciones mínimas de higiene.
Este grupo que se fue este miércoles logró recibir asistencia del gobierno después del reclamo de organizaciones sociales y de Derechos Humanos que todo este tiempo visibilizaron el tema. Fueron llevados a un albergue en Capital a principios de mayo, y allí esperaron dos semanas.
Pasadas las 15 partió el micro que los llevará de nuevo a Salta, confirmó a EXPLÍCITO Pablo Massutti, de la Red por los Derechos Humanos Mendoza y la Coordinadora por el Agua y los Bienes Comunes, dos de las organizaciones que estuvieron desde el minuto uno con los obreros varados, primero en la Terminal y luego asistiéndolos allí donde quedaran, en fincas o galpones.
Carmen, una de las obreras se comunicó también con este portal y confirmó la salida: "Ya nos hicieron la revisación médica y de los permisos. Está todo en orden, estamos ya a punto de volver a nuestros pagos".
"Estamos luchando desde hace más de un mes con estos trabajadores que vienen a la zona del Valle de Uco, del Este, de Guaymallén, para levantar la producción de vid, ajo aceituna y demás. Ellos parten con una situación de precarización donde el estado debería intervenir, conj un tacho de uva a 15 o 20 pesos. Lo otro es una odisea con el tema de los transportes, pasan a ser rehenes del negocio del transporte. Les querían cobrar 5 mil pesos por pasaje. Los patrones se desentienden, quedaron librados a su suerte", resumió sobre el abandono que padecieron estas semanas miles de cosechadores.
Fuera de la vista, hacinados en galpones
Nunca dejaron de haber cosechadores varados en Mendoza, pero los sacaron de la Terminal de Mendoza, donde el problema era visible y había tomado ribetes de escándalo llegando a los medios nacionales por la inacción –o la acción bochornosa obligando a un grupo a sacarse una foto de agradecimiento a Suarez– del Gobierno de Mendoza.
Desaparecieron de la vista de los mendocinos y de muchos medios de comunicación. Siguieron hacinados esperando arriba de micros o en galpones en las fincas de toda la provincia después de levantar la cosecha, primero de uva y después del olivo y el membrillo.
La Gendarmería corrió a las organizaciones
Cuando cientos y cientos de familias quedaron tiradas, literalmente, en el suelo de la Terminal, salieron en auxilio organizaciones barriales y de Derechos Humanos, que armaron una cadena solidaria buscando viandas de comedores de Guaymallén o de donde consiguieran.
Poco después, con el tema ya imposible de ocultar por parte de la prensa, la Gendarmería montó en la Terminal un operativo de identificación de los que se acercaban a asistir a los cosechadores. “Nos pidieron datos y documentos y nos dijeron que no podíamos estar ahí. Que si volvíamos nos iban a iniciar una causa”, recordó Massutti.
El siguiente paso fue impedir que los cosechadores entraran a la Terminal si no tenían ya asignado un micro desde antes. A lo sumo podían usar los baños, pero no permanecer en los pasillos. Los obreros quedaron varados entonces en las fincas, durmiendo con suerte en los micros que los iban a llevar a sus provincias, o en algún galpón de ocasión. En algunos casos, como los cosechadores que partieron este miércoles, fueron llevados a albergues.