"Si Clarín dice que estuvimos cojonudos entonces Clarín no miente", bromeó Joaquín Sabina en Mendoza

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Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina trajeron a Mendoza un nuevo show: La Orquesta del Titanic.

"Sí Clarín dice que estuvimos cojonudos entonces Clarín no miente", soltó Joaquín Sabina en el escenario del Malvinas Argentinas, en el show que dio este martes con Joan Manuel Serrat y en el que quedó clara su intención de gambetear por una vez el espinoso tema de la Ley de Medios con esta humorada.

Tanto Sabina como Serrat se han manifestado con claridad en otras oportunidades a favor de las políticas públicas implementadas por el gobierno de Cristina Fernández, tanto en entrevistas en España como en Argentina.

Sin embargo esta vez Sabina y su coequiper quisieron show y nada más que show, y así fue que juguetearon con el tema con el Nano pero sin meter el cuchillo a fondo.

El catalán le preguntó al poeta de Úbeda si estaba del lado de 6,7,8 o de Canal 13. "Depende... De quien me haga la mejor critica”... “O sea entre Pagina 12 y Clarin”, cerró la broma Serrat.

Así fue que en medio de una especie de stand up, como hacen en cada una de sus giras, metieron un bocadillo de la agenda de Argentina. Y luego, como si nada, cada uno a su zapatao, a su guitarra, a su sombrero, y siguió la cantata española con una canción que venía como anillo al dedo: Algo Personal, de Joaquín Sabina.

Algo Personal

Probablemente en su pueblo se les recordará

como cachorros de buenas personas,

que hurtaban flores para regalar a su mamá

y daban de comer a las palomas.

Probablemente que todo eso debe ser verdad,

aunque es más turbio cómo y de qué manera

llegaron esos individuos a ser lo que son

ni a quién sirven cuando alzan las banderas.

Hombres de paja que usan la colonia y el honor

para ocultar oscuras intenciones:

tienen doble vida, son sicarios del mal.

Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,

viajan de incógnito en autos blindados

a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,

a colgar en las escuelas su retrato.

Se gastan más de lo que tienen en coleccionar

espías, listas negras y arsenales;

resulta bochornoso verles fanfarronear

a ver quién es el que la tiene más grande.

Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz,

juegan con cosas que no tienen repuesto

y la culpa es del otro si algo les sale mal.

Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Y como quien en la cosa, nada tiene que perder.

Pulsan la alarma y rompen las promesas

y en nombre de quien no tienen el gusto de conocer

nos ponen la pistola en la cabeza.

Se agarran de los pelos, pero para no ensuciar

van a cagar a casa de otra gente

y experimentan nuevos métodos de masacrar,

sofisticados y a la vez convincentes.

No conocen ni a su padre cuando pierden el control,

ni recuerdan que en el mundo hay niños.

Nos niegan a todos el pan y la sal.

Entre esos tipos y yo hay algo personal.

Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión

de declarar públicamente su empeño

en propiciar un diálogo de franca distensión

que les permita hallar un marco previo

que garantice unas premisas mínimas

que faciliten crear los resortes

que impulsen un punto de partida sólido y capaz

de este a oeste y de sur a norte,

donde establecer las bases de un tratado de amistad

que contribuya a poner los cimientos

de una plataforma donde edificar

un hermoso futuro de amor y paz.

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