Ernesto Suárez y Chicho y Arístides Vargas, tres hombres de teatro que vivieron el exilio y las percusiones políticas durante la última dictadura cívico-militar se reunirán en escena para mantener viva la memoria en un espectáculo que podrá verse este domingo en el Espacio para la Memoria (exD2) en el marco del Festival Andino Internacional de Teatro, que cierra este fin de semana en Mendoza. Será desde las 18 en la explanada del edificio y la entrada es gratuita.
A fines 1975, con 20 años, Arístides Vargas tuvo que exiliarse en Ecuador debido a las persecuciones de la Triple A.
“Soy un dramaturgo que escribe sobre los traumas”, ha dicho Vargas. En sus obras, plasma todo el dolor y el trauma que emerge de su exilio. Crea, a partir de su experiencia personal, nuevos mundos y espacios no realistas en donde los personajes transitan un tiempo fuera del tiempo y del espacio objetivo.
A través del juego, el olvido, el sueño y el sonambulismo, Vargas expresa el dolor que causa la violencia, la pérdida de la identidad y el desarraigo. El autor imprime en sus piezas una lírica nostálgica pero que no carece de humor. La celebración –que remite a los orígenes del teatro-, la música y el humor están presentes como una forma de reivindicar la risa como efecto sanador de tanto dolor.
Su hermano, Chicho Vargas, otro de los protagonistas de la puesta, estuvo detenido en el penal de Rawson en los años 70 y Arístides supo que los presos hacían teatro sentados, uno frente al otro, mientras eran controlados por los guardias del penal. Esa historia le sirvió al dramaturgo para crear La razón blindada.
El Flaco Suárez es otro artista mendocino nutrido de una experiencia traumática como el exilio. Vivió en Perú y Ecuador, donde se desempeñó como docente teatral en diversas ciudades. En Lima fue contratado por el Ministerio de Cultura y Educación para emprender talleres destinados a docentes de espacios marginales. En Ecuador fue docente en la Universidad Nacional de Quito, la Universidad Católica y la Universidad Nacional de Guayaquil y en la Municipalidad de Guayaquil. En Colombia dictó cursos de improvisación y actuación en el teatro La Candelaria (Bogotá). En España fue profesor contratado en la Universidad de San Sebastián de los Reyes.
En 1977, el Flaco fundó el Teatro-Escuela El Juglar en Guayaquil, espacio en el que pudo desarrollar durante su exilio una escuela de teatro y a la vez un centro cultural de relevancia que culminó con la formación del elenco El Juglar, el cual tuvo premios nacionales e internacionales en diversos certámenes latinoamericanos. Algunos de sus integrantes, a partir de su regreso al plantel de profesores de la UNCuyo, completaron su formación en nuestro país obteniendo el título de licenciados y profesores en Arte Dramático en la Facultad de Artes y Diseño de esa universidad, creando luego, en Ecuador, nuevos centros teatrales.
A su regreso a Argentina, fundó el “Teatro El Taller”, en el año 1985, en el que desarrolló una intensa labor artística.