En un hecho sin precedentes en los juicios de lesa humanidad llevados adelante en todo el país, El Tribunal Oral 4 de San Martín permitió que Pablo Verna, hijo de Julio Verna,, declare sobre las atrocidades que cometió su progenitor, un médico encargado de adormecer víctimas de los vuelos de la muerte.
Por ley los hijos no pueden declarar contra sus padres, pero las querellas lograron que, en una votación dividida los jueces Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, con la disidencia de Alejandro de Korvez, aceptaran por mayoría que Pablo Verna cuente, ante la Justicia y a otros hijos e hijas de represores que estaban en la sala, la participación del médico militar Julio Alejandro Verna en vuelos de la muerte y otros episodios donde se tiraron vivas al mar y al río a personas secuestradas en Campo de Mayo, reseña el sitio que lleva al día el juicio por la Contraofensiva. El permiso fue otorgado porque su padre no está acusado en este juicio.
“Hoy, acá, se va a resolver la suerte de los hijos e hijas que quieren declarar contra sus padres. Una decisión en contra lo hará sufrir a Verna tres cosas: los delitos de su padre; lo obligará a traicionar su conciencia y le impedirá decir la verdad. ¿Y quiénes van a ser los beneficiados si se le impide declarar a Pablo Verna? Los imputados de los peores delitos de la humanidad, es decir que la afectada será la humanidad toda”, argumentó minutos antes de la declaración el abogado uerellante Pablo Llonto, ante el pedido de las defensas para que se le impidiera dar testimonio “para proteger a la familia”.
Los jueces Rodríguez Eggers y Mancini rechazaron el planteo del defensor oficial y explicaron que el Código Penal “dice que un hijo no puede declarar en contra de su padre; no que no puede declarar”. El tercer juez, de Korvez, leyó su voto en disidencia. El presidente del tribunal resaltó, antes de anunciar la medida, el alto nivel del debate que se dio previamente.
El Tribunal Oral Federal 4 de San Martín juzga desde principios de abril a nueve oficiales retirados del Ejército acusados de participar en los secuestros, torturas y homicidios de militantes que reingresaron al país en 1979 y 1980. Los acusados –Roberto Dambrossi, Luis Firpo, Eduardo Ascheri, Jorge Bano, Carlos Casuccio, Raúl Muñoz, Marcelo Cinto Courtaux y Alberto Sotomayor– son todos del área de inteligencia, ya sea del Batallón 601, el Destacamento 201 o del Comando de Institutos Militares.
Detalles escalofriantes
Verna contó que su padre tenía a su cargo la sedación de los presos políticos antes de asrrojarlos al Río de la Plata, y también participaba en la mitigación de torturas para lograr que los detenidos confesaran.
Suárez contó cómo su padre inyectó a Julio Suárez, quien murió ahogado junto a Susana Solimano, Alfredo Berliner “El Poeta” y Diana Shatz luego de que el auto en el que viajaban cayera al río. "La sospecha de que el accidente fue en verdad una puesta en escena fue confirmada por Verna en su testimonio de hoy: ante los jueces contó que su progenitor le admitió a su otra hija haber participado en ese hecho, adormeciendo a las personas que luego serían asesinadas", señala el diario del juicio sobre el testimonio.
“Le dijo a mi hermana que hicieron lo mismo (que con las víctimas de los vuelos) con 4 personas en un auto. Lo hicieron de esa manera porque estaba la CIDH y no podía desaparecer más personas. Entonces simularon un accidente”, contó Verna.
También dijo que su padre -que no se encuentra imputado en esta causa- admitió haber participado en sesiones de tortura tratando de que la persona secuestrada no muriera “para seguir intentando sacarle información”. Fue el caso de Horacio Mendizábal, miembro de la conducción de Montoneros, a quien vio en la terapia intensiva del Hospital Militar de Campo de Mayo mientras intentaban “salvarlo” de una herida de bala que le perforó un pulmón.
Julio Verna era subalterno de Norberto Atilio Bianco, el médico encargado de asistir los partos de las mujeres que parían durante su cautiverio. También cumplía tareas junto a Ricardo “el alemán” Lederer, segundo jefe de la maternidad clandestina, que se suicidó hace algunos años.
Quieren declarar
Verna es parte del colectivo Historias desobedientes, que agrupa a familiares de genocidas que quieren aportar los datos que conocen a los procesos en marcha para esclarecer responsabilidades en el plan de represión y asesinato montado por el aparato estatal en los 70.
La hija de un multicondenado mendocino, Paulino Furio, forma parte de ese colectivo también. Liliana Furio, que participa activamente en las marchas los 24 de marzo, dijo que participar de los juicios de lesa humanidad le permitió entender que hubo un plan de exterminio y concluir que los que lo perpetraron "no están arrepentidos de nada".
Quienes integran Historias Desobedientes, presentaron hace dos años en el Congreso Nacional un proyecto de ley, redactado por Pablo Verna, que busca modificar el Código Penal para permitir que hijos e hijas de genocidas puedan aportar pruebas en juicios de lesa humanidad.
“Yo creo que es un debate que hay que dar a nivel social. Los hijos no tenemos que estar impedidos de poder declarar en contra de nuestros padres, en términos generales, no solo en las causas de lesa humanidad. Con esta ola verde que estamos viviendo a nivel internacional, todas estas cosas tienen que ser revisadas. Son cosas que vienen por mandatos y con condicionamientos sociales, mandatos religiosos, que tienen que ver con estructuras jerárquicas que lo que buscan es que una no hable en pos de determinados intereses. En ese sentido, el testimonio de Pablo hoy marca un hito, para quienes tenemos un vínculo filiatorio con genocidas pero también un hito a nivel social en relación a poder ir resquebrajando estos mandatos”, dijo Analía Kalinec, hija de un condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad, al terminar la audiencia.