El lobby petrolero puso en marcha una tremenda operación de presión contra el gobierno para evitar tener que bajar los precios de los combustibles. Es por el sacudón que sufrió la cotización del crudo a nivel global. El sector ahora quiere que le garanticen un precio base para su producción, por encima del valor internacional. La amenaza de despidos es su principal carta para la negociación.
Las petroleras operaron la estrategia sectorial desde las sombras. Ningún capo empresario salió a pedir nada abiertamente. El precio sostén se instaló en la agenda con un plan convencional del lobby petrolero. Rumores periodísticos sobre la posible intervención del Estado fueron ganando espacio en los medios. El gobierno no hizo nada por frenarlos, al contrario, hizo trascender una convocatoria a la industria hidrocarburífera sin soltar los temas que piensa atender en el trámite.
El llamado a las empresas a una mesa de diálogo se conoció el lunes en la tarde. El martes en la mañana, el influyente sindicalista neuquino Guillermo Pereyra, líder de los petroleros de Vaca Muerta, salió de gira por el dial de las FM la capital de Neuquén a plantear "la necesidad de volver al precio sostén".
La #CrisisPetrolera, según Guillermo Pereyra, el líder de los trabajadores petroleros de #VacaMuerta
*La guerra fría de Estados Unidos, Rusia y los árabes
*Convencional contra no convencionales
*Los costos más altos del no convencional
*La necesidad de volver al precio sostén pic.twitter.com/mp2WQR52bo— Javier Polvani (@javierpolvani) 10 de marzo de 2020
En plena siesta del mismo día, el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, le pidió al gobierno nacional establecer un precios sostén para el barril de petróleo en torno a los 50 dólares. Unos 12 dólares por encima de lo que cotizaba el Brent, el martes, en el mercado de futuros con fecha a mayo.
La cotización del crudo cayó fuerte en la apertura del mercado del lunes, hasta muy cerca de los 30 dólares; para remontar después hasta rozar los 38 dólares.
El viernes pasado, el barril de Brent cotizaba a 45 dólares y medio. Ya estaba por debajo del precio sugerido por el lobby petrolero argentino.
Con el barril a 45 dólares, los precios de las naftas y gasoils en los surtidores locales estaban equilibrados con el mercado. A 38 dólares el barril, los combustibles debieran depreciarse fuerte en las bocas de expendio al público.
Eso no va a pasar si las petroleras y sus vinculaciones políticas se salen con la suya: que el país garantice un precio mínimo para el petróleo. Si oscilara entre los 45 y los 50 dólares, quedaría compensado con los precios vigentes de los combustibles.
El costo político de esa vía está relacionado con el impacto en las economías domésticas de las ganancias sin fin de las petroleras en los últimos años. El macrismo liberó el precio del combustible, dejando librado al mercado en dólares cuánto se pagaba la nafta. Nunca terminó de funcionar el esquema totalmente liberado, pero los precios en los surtidores tuvieron subas exorbitantes desde diciembre de 2015.
En la segunda presidencia de Cristina Fernández se usó el denominado barril criollo, que cotizaba por encima de la referencia internacional.
El impacto en Vaca Muerta
Las petroleras de Vaca Muerta nunca demostraron sus costos. Sus voceros deslizan que con menos de 50 dólares por barril el negocio no tiene sentido. Fuentes internas de las petroleras no desconocen que hay bloques más baratos y otros más caros. En Loma Campana, el yacimiento madre de Vaca Muerta, el petróleo de YPF empieza a ser rentable con 35 o 40 dólares por barril. En otras áreas, la línea de rentabilidad está por encima de los 50 dólares.
Mendoza quedó más expuesta a la crisis del petróleo porque sobreestimó el precio
El desplome del lunes fue un efecto de la guerra que se presenta en el campo de la geopolítica entre Estados Unidos, Rusia y la OPEP, que es dominada por Arabia Saudita. En el orden citado, esos tres países son los principales productores de crudo del mundo. "Es un guerra fría", definió el sindicalista Pereyra al explicar en términos coloquiales la crisis.
La recesión global activada por los efectos del coronavirus fue el dedo en la llaga de la herida petrolera. La demanda se acotó y el precio declinó. La OPEP negoció con Rusia un recorte controlado en los volúmenes de producción, pero fracasó.
Entonces, Arabia Saudita tomó una iniciativa de forma unilateral: bajó el precio de su petróleo y acelerará la producción con el fin de abastecer a la demanda atraída por el costo. La reacción del mercado fue inmediata. La caída de una sola vez en los precios del crudo tuvo una magnitud similar a la del ataque estadounidense a Irak en la denominada guerra del Golfo Pérsico.