YPF encarará un ajuste del 30 por ciento en sus costos. Bajará salarios de empleados no sindicalizados, renegociará los contratos con proveedores y propondrá una flexibilización laboral a los sindicatos del sector. El plan será ejecutado por el CEO de la empresa, el mendocino Sergio Affronti. Tendrá impacto en toda la cadena productiva. Se trata de la petrolera que más produce, emplea y contrata en el país.
El macrismo dejó YPF endeudada a altas tasas con una retracción de inversiones del 44 por ciento en cuatro años y un 14 por ciento de pérdida de ganancias en ese periodo. Así lo describen los actuales conductores de la petrolera controlada por el gobierno.
“En los cuatro años previos, YPF ha tenido caída de la producción y de la inversión; lo único que creció fue su deuda, (por lo que) hay que revertir ese estado de deterioro”, dijo Guzmán.
La deuda que el macrismo le dejó en la petrolera a la gestión empresarial que encabezan el presidente Guilermo Nielsen, y el CEO, Sergio Affronti, supera en 2,7 veces el flujo de ingresos de la compañía. Los vencimientos fueron reestructurados este año.
Reacomodamiento de intereses
El plan para la pospandemia contempla una reducción de salarios del 10 al 25 por ciento para los empleados no sindicalizados, además del programa de retiros voluntarios habilitado hasta fin de mes.
La hoja de ruta también tiene prevista la revisión de unos 11 mil contratos que tiene la compañía con proveedores. Y la descentralización de operaciones, con la que la conducción espera "mejorar la eficiencia".
El capítulo más fangoso atraviesa la negociación sindical empresaria. YPF avanzará en la negociación de nuevas condiciones laborales en los pozos, que ya está en marcha.
La firma informó, además, que se concentrará en las unidades de negocio más rentables. Abrió así un mar de incertidumbres en las áreas menos rentables, que podrías ser marginadas de los planes de inversión.
Efecto pandemia
La compañía anotó una pérdida neta de 85 mil millones de pesos en el segundo trimestre del año.
En la última semana de marzo, las ventas de naftas se desplomaron un 85 por ciento y a partir de ese momento fueron repuntando gradualmente hasta llegar a una estabilización en julio con una caída de entre 40 y 45 por ciento.
El gasoil soportó una caída máxima del 50 por ciento. Después la demanda se estabilizó un 8 por ciento por debajo del volumen anterior a la pandemia. Se trata de una caída "sin precedentes" en la demanda.
La producción de hidrocarburos disminuyó 9 por ciento en segundo trimestre respecto al periodo anterior. En abril la baja llegó al piso con una merma del 53 por ciento.
El motivo fundamental de la histórica contracción de la producción: a finales de marzo la empresa decidió "suspender todas las actividades que necesitaban interacción cara a cara”, como prevención ante la pandemia de coronavirus. La disposición contempló “trabajar de manera remota en la medida que fuera posible y disponer guardias mínimas" en los pozos y refinerías.