El periodista narra las circunstancias del desmoronamiento de la dirigencia que controla la Conmebol desde los '70, luego de que el presidente de la FIFA decidiera entregar sus cabezas para salvar la suya. El capo de la AFA sobrevivió a los poderosos Joao Havelange, Ricardo Texeira y Nicolás Leoz, pero quedó herido.
Por Ezequiel Fernández Moores
Para canchallena.com
"Joao nunca pateó una pelota, el que provocaba los olé era Mané/ ¿Por qué entonces el estadio se llama Joao? ¿Por qué no se llama Mané?
Joao eludía la ley. Mané gambeteaba Joaos/ ¿Por qué entonces el estadio se llama Joao? ¿Por qué no se llama Mané?
Joao pisaba alfombras rojas/Mané el césped/ ¿Por qué entonces el estadio se llama Joao? ¿Por qué no se llama Mané?
Joao se llenaba los bolsillos/Mané llenaba estadios/ ¿Por qué entonces el estadio se llama Joao, si hasta el árbitro aplaudía a Mané?"
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Joao Coelho envió sus versos al periodista Juca Kfouri preguntándole por qué el Engenhao, el estadio del Botafogo, uno de los escenarios de los Juegos Olímpicos de Río 2016, no lleva el nombre de Mané Garrincha, máximo ídolo del club, y sigue llamándose, en cambio, Joao Havelange. Ya ni siquiera presidente de honor de la FIFA, cargo al que debió renunciar hace unos días por corrupción, Havelange, que cumplirá 97 años el miércoles próximo, tal vez logre mantener su nombre en el estadio. Pero se quedará sin la despedida gloriosa que imaginaba para Río 2016. Había invitado al mundo olímpico a celebrar su cumpleaños número cien. "El mayor dirigente deportivo en la historia de Brasil", como lo describió Carlos Nuzman, presidente del Comité Olímpico de ese país, tendrá que apagar las velitas con su familia.
Mané Garrincha, en realidad, ya tiene un estadio con su nombre en Brasilia. El Engenhao, como pidieron algunos meses atrás, podría llamarse entonces Joao Saldanha. Es el periodista que fue hincha y DT campeón con Botafogo. Havelange lo echó como técnico de la selección brasileña poco antes del Mundial de México 70, porque estaba en conflicto con Pelé y porque era comunista. El dirigente más poderoso del deporte mundial unas décadas atrás debió renunciar primero en 2009 como miembro decano del Comité Olímpico Internacional (COI) y ahora como presidente honorario de la FIFA, a la que dirigió con mano dura de 1974 a 1998. Joseph Blatter, su sucesor, entregó su cabeza para cuidar la suya. El lunes último, la FIFA difundió el dictamen lapidario de Hans-Joachim Eckert, titular de la Comisión de Ética. Recuerda el maldito aviso de pago de 1,5 millones de francos suizos de ISL que el banco suizo UBS mandó equivocado a la FIFA el 3 de marzo de 1997. Era una coima. Havelange, el verdadero destinatario, estaba en Río y la bomba cayó a manos de Blatter, por entonces secretario general. Un año después, el brasileño resignó el trono. Blatter, el sucesor, mantuvo el pacto de silencio durante 16 años.
"El comportamiento de Blatter de ningún modo puede calificarse de incorrecto con respecto a las normas éticas. Su conducta puede haber sido desacertada, ya que podía existir la necesidad de una aclaración interna, pero esto no lleva a ninguna infracción penal o de los principios éticos." Con ese párrafo, Eckert salvó a Blatter. "Es otra maniobra de ocultamiento. Blatter fue quien manejó esa coima. Su juez amigo dice que fue torpe. Es inaceptable. No hay una sola mención de los casi dos años en los que la BBC y periodistas suizos pidieron a la justicia que liberara los documentos de ISL, mientras Blatter ponía dinero para bloquearlo." El periodista británico Andrew Jennings me expresa su enojo. Pero el dictamen de Eckert confirma todas las denuncias que él publicó primero en 2006 en el libro Foul! Y luego en la BBC, cuando incluyó en los sobornos de ISL a Ricardo Teixeira, que debió renunciar en 2012 tras 23 años como presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), y al paraguayo Nicolás Leoz, que este martes dio las hurras tras 27 años como presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF). Havelange, Teixeira y Leoz, dictamina Eckert, recibieron "sobornos" de ISL a través de "empresas ficticias". Teixeira, contamos algunas semanas atrás, vive recluido en alguna de sus mansiones de Miami. Havelange no habla. "Embusteros y cobardes", los calificó el periodista Kfouri. Quedaron fuera del Mundial 2014. Dejaron, eso sí, a Joana Teixeira Havelange, que gana 100.000 reales por mes como ejecutiva del Comité Organizador de la Copa. Bastante menos que los 22 millones de dólares de coimas que, según la FIFA, cobraron su padre y su abuelo.
Leoz, de 84 años, argumentó razones de salud para su retiro. Y la Conmebol le manifestó el último martes su "reconocimiento y gratitud". En realidad, también él fue echado por Blatter. El dictamen de Eckert confirma que cobró una primera coima de ISL de 100.000 dólares con fecha 20/1/2000 y una segunda de 30.000 con fecha 4/5/2000. "Cuando vino este señor de la FIFA a preguntarme dónde había invertido... Acá está: le mostré cuatro escuelas para indígenas que construimos en el Chaco, y con esos 130.000 no me alcanzó ni para cubrir el cinco por ciento", se defendió Leoz. Pero la "donación", dictaminó Eckert, sólo se concretó ocho años más tarde, justo después de que estalló el escándalo ISL. El diario uruguayo El País informó además en los últimos días sobre supuestas transferencias de 4 millones de dólares "a cuentas personales de Leoz entre 2000 y 2005". "Jamás recibí ni tan siquiera me han ofrecido un centavo", respondió Leoz. En la "emotiva despedida" que se le tributó el martes en Asunción, Leoz recibió, entre otros, los apoyos de Julio Grondona y José María Marín. Los presidentes del fútbol de la Argentina y de Brasil tienen la misma edad, 81 años, igual que el uruguayo Eugenio Figueredo, que asumió el martes para completar el mandato de Leoz. La Conmebol anunció un Congreso para el 1° de agosto. Hay quienes anuncian que, ante el ocaso de la vieja guardia, el Congreso marcará el inicio de un nuevo eje de poder dentro del fútbol sudamericano.
Las denuncias de compras de votos para darles a Rusia y a Qatar los Mundiales de 2018 y 2022 obligaron a la FIFA de Blatter a imponer reformas, investigaciones y códigos éticos. Otro miembro de su Comité Ejecutivo, Vernon Manilal Fernando, de Sri Lanka, acaba de ser suspendido por ocho años. Pero no todos se irán en silencio: el triniteño Jack Warner, ex capo de la Concacaf, también echado por corrupción, junto con el qatarí Bin Hamman, denunció hace unos días que recibió 6 millones de dólares para que la Concacaf votara a Blatter en la elección presidencial de 1998. Lo dijo después de que se difundió hace dos semanas un durísimo dictamen oficial que apunta contra él y el estadounidense Chuck Blazer, otro de los despedidos. Una parte del dinero, dice el informe, se usó para construir a precios inflados en Puerto España el Centro de Excelencia Joao Havelange. El 5 de marzo pasado, Havelange respondió que no diría nada a los investigadores. Invocó razones de salud. Como Leoz. Sin Teixeira, Hamman y Warner, Blatter podrá reabrir ahora el sueño de eternizarse en la FIFA. La semana pasada participó de un simposio en Suiza. Su secretario general, Jerome Valcke, dijo primero que a la FIFA le resultaba más fácil organizar un Mundial en un país de autoridad fuerte como la Rusia de Vladimir Putin que en Brasil. "Voy a decir algo loco, pero menos democracia a veces es mejor para organizar un Mundial", expresó. Blatter fue más allá: "Recuerdo que el primer Mundial en cuya organización estuve directamente implicado fue el de la Argentina, y yo me alegré con el triunfo de la Argentina, que permitió una reconciliación del pueblo con el sistema político militar de entonces". La FIFA, agregó Blatter, "es conservadora como los católicos, respecto de las leyes, el juego y los árbitros, y liberal respecto del mercado. Y somos Marx y Engels con el dinero. Distribuimos el 70 por ciento de los ingresos entre las federaciones nacionales".