Negocios y Fútbol

BBVA y Santander, primeros ganadores del Mundial de Qatar

Share
Tiempo estimado de lectura: 8 minutos

Por Jaume Portell Caño
Para El Salto

Bipana y su marido se llamaban cada día. Él, Tul Bahadur Gharti, trabajaba en las obras del Mundial de Qatar, donde las máximas eran de 39 grados y la temperatura nunca bajaba de los 20; ella le esperaba en Nepal, país natal de los dos. La tarde del 28 de mayo de 2020, después de una buena charla, se despidieron diciendo que se llamarían de nuevo la mañana siguiente. Fue la última vez que hablaron. Bipana le esperó en línea todo el día. Por la tarde, el encargado de la compañía para la que él trabajaba le comunicó que su marido había muerto mientras dormía. Tul Bahadur Gharti tenía 34 años y buena salud, y es uno de los 6.500 trabajadores muertos haciendo las obras del Mundial, según una investigación de The Guardian.

En el caso de varios trabajadores fallecidos trabajando en las obras del Mundial, los certificados médicos concluyeron que murieron por “paradas respiratorias debidas a causas naturales”. Bipana recibió unos 14.000 dólares entre seguros y compensaciones del gobierno de Nepal. La empresa le pagó los 850 dólares que le debía a su marido. “Siento que he desperdiciado mi vida”, dijo ella, más tarde, a Amnistía Internacional. Aunque parezca una broma macabra, Bipana tuvo suerte. Su paisana Mairul Khatun también perdió a su marido en Qatar: él pidió 1.300 dólares a un 48% de interés en Nepal para pagar su visado a Qatar. Ahogado por la presión, se acabó suicidando. Ahora ella vive con la deuda que él contrajo para trabajar y hacer posible el Mundial de fútbol masculino, que empezará el próximo domingo 20.

Trece años después de la elección de Qatar como sede de la competición, todo está listo para que empiece el espectáculo. Este país con apenas tres millones de habitantes aumentará considerablemente durante un mes su población: más de un millón de aficionados se desplazarán hasta allí para ver los partidos. En el emirato ya están acostumbrados a la presencia de extranjeros que superan con creces a los qataríes, aunque en circunstancias bastante distintas: el 90% de las personas que se encuentran allí son inmigrantes.

Están allí pero no ejercen como ciudadanos gracias al sistema kafala. Este sistema liga a los inmigrantes a sus empleadores, que muchas veces les requisan el pasaporte en cuanto llegan: si los empresarios les despiden, los trabajadores quedan automáticamente fuera de la ley y no tienen ningún pasaporte con el que identificarse ante la embajada de su país. Encerrados en un lugar en el que no pueden trabajar sin el patrocinio de otro empleador, quedan atrapados en un limbo administrativo que facilita todo tipo de abusos: desde el pago a intermediarios para poder entrar al país hasta los impagos de salarios durante meses, pasando por el incumplimiento de los horarios o el pago de un salario muy inferior al prometido en el contrato. Joseph Blatter, presidente de la FIFA cuando esta eligió a Qatar como sede en 2009, declaró recientemente que él siempre estuvo en contra de esta opción y que la elección había sido un “error”.

¿Quién ganó?

El lamento de Blatter forma parte de un género creciente en los medios de comunicación europeos. Medios, radios y televisiones lamentan que Qatar es una dictadura gobernada por una sola familia, los Al Thani. Nos recuerdan que allí la homosexualidad está prohibida, no hay elecciones ni partidos políticos, y las mujeres están sometidas a un riguroso código religioso. Comentan que el Mundial de fútbol es una obra de propaganda al servicio del régimen, y lo condimentan con informes de los numerosos abusos de derechos humanos que se cometen en Qatar. Son días de propuestas y medidas drásticas. Dinamarca utilizará una camiseta con el escudo oscurecido como protesta. Algunos capitanes lucirán brazaletes reivindicando el colectivo LGTBIQ+. Incluso algunas federaciones europeas han apoyado que la FIFA cree un fondo de compensación para las familias de los obreros muertos: 440 millones de dólares, el mismo dinero que se dedicará a los premios del Mundial. Una pregunta flota en el ambiente, más discreta: ¿quién ganó dinero mientras morían miles de obreros en Qatar?

86.000 millones de dólares es la cantidad que bancos e instituciones financieras prestaron a las empresas hoteleras y constructoras que han hecho posible el Mundial

Fair Finance Internacional ha publicado un informe que incluye una cifra que traza algunas respuestas: 86.000 millones de dólares. Es la cantidad que bancos e instituciones financieras prestaron a las empresas hoteleras y constructoras que han hecho posible el Mundial. La mitad de ese dinero lo concedieron bancos europeos, liderados por los alemanes, los británicos y los franceses. En España, el BBVA prestó 840 millones de dólares; el Santander, 645 millones; la Caixa, 136 millones. En total, los bancos españoles inyectaron 1.843 millones de dólares en créditos a las empresas que trabajaban en Qatar. “Nos sorprendió que el papel de las instituciones europeas fuera tan grande”, cuenta a El Salto Kees Kodde, jefe de proyectos de Fair Finance International, quien añade quienes han sido los ganadores del Mundial antes de que empiece a rodar el balón: “Las empresas de construcción, las empresas de hoteles y el gobierno de Qatar”. Según este politólogo holandés, el sector financiero ha ganado diversificando su inversión: “Lo han hecho de tres maneras: comprando acciones y bonos de las empresas de construcción y el sector hotelero, prestándoles dinero y comprando bonos soberanos del estado de Qatar.” En total las inversiones en estos campos sumaron 178.000 millones de dólares.

¿De dónde eran las empresas que recibían los contratos de construcción? La ley qatarí estipulaba que las empresas mixtas, para recibir un contrato del estado, debían tener un 51% del capital en manos qataríes, pero el resto era para inversores extranjeros. Entre las empresas constructoras que recibieron contratos en Qatar hay compañías de Francia (Vinci y Bouygues), Italia (Webuild), Bélgica (Besix) y Austria (Porr). En el caso de las constructoras indias, chinas y surcoreanas, los bancos europeos accedieron a una parte de los beneficios concediéndoles créditos.

En España, el BBVA prestó 840 millones de dólares; el Santander, 645 millones; la Caixa, 136 millones. En total, los bancos españoles inyectaron 1.843 millones de dólares en créditos a las empresas que trabajaban en Qatar

Las españolas Sacyr y OHL también estuvieron en Qatar. En el caso de OHL, encargada de construir el metro de Doha, una de sus subcontratas fue acusada por Amnistía Internacional de tener a sus trabajadores en condiciones “muy inadecuadas”: no les habían dado permiso de residencia y tenían dificultades para acceder a la sanidad. Cuando algunos de los trabajadores intentaron huir del país, la empresa subcontratada se lo impidió.  En el caso del sector hotelero, también los grandes beneficiarios son occidentales: Marriott International, Hilton y Radisson (Estados Unidos), Accor (Francia) y Intercontinental Hotels Group (Reino Unido). En Qatar habrá 44.000 habitaciones de hotel listas para recibir a los turistas.

Una relación simbiótica

La crisis de 2008 dejó tocadas a las economías europeas. Algunas de ellas —como España, Grecia o Francia— nunca han recuperado el PIB anterior a la recesión. Fue en ese escenario cuando el dinero qatarí empezó a comprarse partes del sector industrial y financiero de varios países del continente. En el Reino Unido inyectó dinero a al banco Barclays, que no quería pedir un rescate que consideraba humillante; compró una parte de la tienda de lujo Harrods y entró como accionista en la empresa que controla el aeropuerto londinense de Heathrow.

En 2017 el Telegraph británico tituló que los qataríes tenían el triple de tierras en Londres que la Reina de Inglaterra. El fondo soberano qatarí y sus adyacentes se compraron un 17% de Volkswagen en Alemania, un 4% de la petrolera francesa Total, y varios trozos en tiendas de lujo (Louis Vuitton), empresas de defensa (Airbus) o grupos mediáticos españoles como PRISA. Su adquisición más reconocida ha sido un equipo de fútbol: el Paris Saint Germain francés, dominador de la liga francesa desde la entrada del capital qatarí. “El ex primer ministro de Qatar también tiene acciones en Deutsche Bank”, comenta Kodde. El informe de Fair Finance International recuerda que el 6% de las acciones del banco están en manos de Qatar: Deutsche Bank ha prestado casi 16.000 millones de dólares entre el gobierno de Qatar, las constructoras y las hoteleras.

“La guerra de Ucrania ha cambiado la relación todavía más a favor de Qatar. Europa se auto percibe como muy dependiente de Qatar porque no ha reducido su uso de gas y combustibles fósiles”, explica Kodde

Si hasta ahora esta influencia había sido relativamente desconocida para el gran público, las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania la han destacado hasta un nivel imposible de ignorar. Europa necesita gas y Qatar dispone del 12% de las reservas mundiales de este recurso: “La guerra de Ucrania ha cambiado la relación todavía más a favor de Qatar. Europa se auto percibe como muy dependiente de Qatar porque no ha reducido su uso de gas y combustibles fósiles”, explica Kodde. Los autores del informe incluyen una serie de recomendaciones a las empresas europeas que se han lucrado con el Mundial, y esperan que en Europa se reabra el debate sobre el control de las cadenas de suministro. Ahora mismo una directiva europea obliga a identificar los riesgos en las cadenas de producción, pero Kodde lamenta que el sector financiero no está incluido en la norma. “Muchas compañías del sector financiero no quieren esas obligaciones, aunque consideramos que pueden facilitar violaciones de los derechos humanos a través de las empresas que financian”.

Un nuevo faro

La organización del Mundial de fútbol masculino forma parte de una política exterior qatarí cada vez más activa. En su libro “Rivals in the Gulf”, David H. Warren disecciona la competencia entre Qatar y Emiratos Árabes a la hora de conseguir un doble objetivo: consagrarse como centros de pensamiento islámico importantes y conseguir la protección militar occidental. Para Qatar, los musulmanes tienen que mirar menos lo que se dice desde el Cairo (Egipto) o la Medina (Arabia Saudí) y más lo que se dice desde Doha, la capital qatarí.

Para lograrlo han financiado su propio gigante de la comunicación, Al Jazeera, y han dado el altavoz a un antiguo militante de los Hermanos Musulmanes, Yusuf Al Qaradawi. Este egipcio, instalado desde los años 60 en Qatar, se ha convertido en una referencia gracias a sus sermones, cuyo momento más álgido fueron las Primaveras Árabes en el norte de África. Al Qaradawi estuvo en la cárcel en Egipto por su militancia, y ha difundido su credo islamista gracias a los recursos y el apoyo estatal. Reconocidos por su papel de mediadores en varios conflictos, los qataríes han apoyado a grupos islamistas en Libia tras la caída de Gaddafi, acogieron la sede en el exilio de los talibanes afganos y apoyaron a Morsi en Egipto durante el breve periodo de gobierno de los Hermanos Musulmanes, hasta que un golpe militar le tumbó. A la vez, Qatar tiene una base militar de Estados Unidos, país del que compra la mayoría de su armamento, y se presenta como un país clave en el combate contra el terrorismo y las ideologías extremistas.

Los Al Thani y el mundo que han creado a su alrededor viven en esa dualidad. Ya se nota en los días previos del Mundial: es su mayor maniobra de presentación ante los occidentales, pero a la vez sirve para reivindicar las normas de un país musulmán que no se doblegará ante sus exigencias. Los comentarios homófobos de alguno de los embajadores qataríes a pocos días del inicio de la competición sirven de cara a este último propósito. Es una operación arriesgada que está salpicando a la FIFA y al emirato, según Kodde: “Qatar quiere mejorar su reputación como país, y ahora mismo hay muchísimas críticas al Mundial. Puede que la operación no les salga como querían. La FIFA es la responsable de todo este desastre: fueron ellos los que eligieron a Qatar. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, dice que solo hubo tres muertos entre los obreros y que compensaron a las familias. Han perdido toda su credibilidad”.

La nueva aristocracia mira a los ojos a la vieja, respetándola pero pidiendo su turno en la gestión de los asuntos globales. Durante un mes, gracias al fútbol, Qatar por fin será el centro del mundo.

Share