
La licitación del gasoducto de Vaca Muerta fue una puesta electoralista del macrismo. Este medio anticipó a fines de agosto que las urnas se llevaron puesto el gasoducto, porque el presidente Mauricio Macri concibió la licitación como una acción más de su fallida campaña por la reelección.
Derrotado en las urnas de las generales del 27 de octubre, el gobierno blanqueó que no estaba en condiciones de motorizar su construcción. La Secretaría de Energía, de Gustavo Lopetegui, confirmó la cancelación de la apertura de sobres prevista para el 12 de noviembre.
“La inclusión del proyecto y construcción del gasoducto de interconexión Mercedes–Cardales con la infraestructura de transporte de gas natural existente, a efectos de facilitar la complementación de la Fase 1 del Gasoducto del Centro, formando parte de las obras a ser ejecutadas dentro de las obligaciones del adjudicatario”, escribió Carlos Casares, subsecretario de Hidrocarburos y Combustibles, en un acta fechada el 31 de octubre, para justificar la prórroga.
Además, esgrime entre los fundamentos los pedidos de prórroga que hicieron dos compañías chinas anotadas entre los oferentes.
"En el marco de la licitación pública nacional e internacional convocada por medio de la resolución 437/2019 de la Secretaría de Gobierno de Energía, se promueve una prórroga fijando fecha de apertura para el 31 de marzo de 2020, a las 11:30 horas, conforme con lo previsto en el numeral 1.3 del pliego de licitación", dice el escrito.
La prórroga resuelta por el macrismo es tramposa. Es impredecible aún qué lugar tendrá este proyecto en el plan integral para la administración de la energía que apura el equipo del presidente electo Alberto Fernández.
Una de las causas reales que evitaron el avance del gasoducto es la imposibilidad de conseguir financiamiento en el marco de la galopante crisis económica generada por el macrismo. Sin plata, el gobierno decidió dividir en dos el gasoducto, que estaba pensado para recorrer desde Añelo, en Neuquén, hasta San Nicolás, en la provincia de Buenos Aires, cerca de Rosario.
La primera etapa llegaría desde Vaca Muerta hasta Salliqueló, en el sur bonaerense, cerca del puerto de Bahía Blanca. La segunda recién llegaría hasta el destino final. Para la primera etapa, de unos 570 kilómetros, se estimó la necesidad de unos 800 millones de dólares de inversión.
La plata de los jubilados
Las empresas interesadas en el negocio no presentaron interés alguno en financiar la obra a cambio del negocio futuro. Tampoco mostraron interés las petroleras que exigen el caño para poder agrandar la renta de sus inversiones en la formación no convencional.
Macri financiará la construcción del gasoducto de Vaca Muerta con la plata del ANSES
Entonces, el macrismo ofreció cargar con la mitad del financiamiento con "la plata de los jubilados", como llamaba el propio macrismo cuando era oposición al Fondo de Garantías de Sustentabilidad del ANSES. Los otros 400 millones de dólares surgirían en partes iguales de la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero de Estados Unidos, interesada en los negocios de las petroleras del país del Norte en Vaca Muerta, y del consorcio que ganara la licitación.
Ese esquema debe ser evaluado por la administración peronista que ganó las elecciones presidenciales, como el resto de las implicancias del proyecto.
Los que estaban en carrera
La licitación de Macri convocó a cuatro grupos empresarios. Dos nacionales y dos chinos: Gezhouba y Corporación Nacional de Petróleo de China. Los argentinos son los consorcios que operan Transportadora de Gas del Sur (TGS) y Transportadora de Gas del Norte (TGN). Ambos están plagados de empresarios relacionados con el macrismo, cuando no con el propio Mauricio Macri de forma personal.
TGN es controlada por Tecpetrol, el brazo petrolero del gigante Techint, junto a Compañía General de Combustibles, de Eduardo Eurnekian, y RPM Gas, que tiene entre los accionistas a Nicolás Caputo, amigo íntimo de Macri desde que fueron compañeros en la secundaria y socio en varios negocios que supo tener el mandatario derrotado por Alberto y Cristina Fernández.
TGS es controlada por Pampa Energía, que es liderada por empresario macrista Marcelo Mindlin y tiene fuerte intervención del inglés Joe Lewis en el paquete accionario.