El ministro de Trabajo Claudio Moroni le dio motivos para sonreir al presidente Alberto Fernández. En tiempo récord desactivó transitoriamente un conflicto laboral que amenazaba la paz social en los yacimientos de Vaca Muerta. La forma de capear la crisis petrolera heredada del gobierno de Mauricio Macri es clave en esta instancia de la gestión del presidente peronista.
El mandatario está entrando a la fase más peligrosa del gobierno que asumió hace un mes y medio: la renegociación de la deuda. Con la comunidad de negocios reunida en Vaca Muerta incendiada, sería más difícil la relación con los bonistas que hicieron la América en la Argentina los últimos cuatro años.
"Estamos felices por haber frenado tres mil despidos", celebró después de la reunión el secretario general de Petroleros Privados de Neuquén, Río Negro y La Pampa, Guillermo Pereyra. Antes, describió -en una entrevista con la radio Universidad Calf, de la capital neuquina- que las empresas desplegaron la amenaza de llegar a esa cifra durante las negociaciones que tuvieron como mediador al ministro Moroni.
En un acta de entendimiento, las empresas se reservaron el derecho a volver al plan de despidos si no salen satisfechas de una futura mesa de negociaciones.
Una semana. Dos reuniones formales. Decenas de operaciones políticas y empresarias. Y al final, el anuncio esperado por Fernández: las empresas dieron marcha atrás con los despidos y los gremios petroleros bajaron la amenaza de ruptura de la paz social.
Los despidos fueron una represalia empresaria al gobierno de Macri por el congelamiento de los precios del negocio petrolero. Luego, sirvieron como prenda de negociación de las compañías con el nuevo gobierno.
Después de las PASO, el 11 de agosto, las empresas echaron a 700 operarios y suspendieron a 1200, según los números entregados por los sindicatos de operarios y jerárquicos del petróleo de Neuquén. Ahora, depusieron la actitud belicista para volver a la política. Las petroleras y la gigantes que les venden servicios dejaron sin efectos los telegramas de despido y suspensión.
Van a sentarse a discutir cómo seguir en armonía en una mesa con los gremios, las pymes locales y los gobiernos de Río Negro y Neuquén. Son los mismos sectores que amagaron con constituir un órgano permanente de debate de las políticas para Vaca Muerta, sin ningún éxito. La Mesa de Vaca Muerta no ha sido más que una herramienta de marketing.
"Vamos a hablar de todos los temas que hacen al desarrollo de los convencionales y no convencionales", dijo Pereyra. Y en sus palabras ya se vio el primer cambio conceptual en materia hidrocarburífera coincidente con el cambio de gobierno: se dejó de plantear una política exclusiva para Vaca Muerta (no convencional), para incluirla dentro de una política integral para los hidrocarburos.
"Podemos hablar de lo que están pidiendo las empresas: el precio en boca de pozo, el precio de los combustibles y el tema de las retenciones", planteó el sindicalista.
Las tres exigencias de las operadoras petroleras al gobierno serían atendidas en una Ley que enviará el Ejecutivo al Congreso en los próximos días, prometió el presidente a los coroneles de la industria en una reciente reunión en la Casa Rosada.