
Por Hermann Bellinghausen
Para La Jornada
Todo es espera. Vallas en la ruta que seguirá el papa Francisco este lunes a través de la ciudad. Patrullajes del Ejército y la Policía Federal. Comercios y calles cerradas. Una catedral de verdad y una de escenografía recibirán al pontífice y a los miles de fieles que se prevé asistirán a la misa y los recorridos del visitante. En la fachada de la catedral verdadera de San Cristóbal, esta mañana borraban los empleados municipales las pintas de protesta de los grupos que ocuparon el atrio hasta hace un par de días.
La instalación para la gran misa que el Papa oficiará en el Centro Deportivo Municipal ante cerca de 100 mil personas consiste en un gran telón que reproduce en tamaño casi natural la fechada de la célebre y hermosa catedral, con sus colores ocre y amarillo y sus relieves de factura indígena. Fungirá como altar de fondo en la que podría ser la ceremonia más vistosa de la gira papal, como ocurrió hace 25 años cuando Juan Pablo II vino a Tuxtla Gutiérrez y dijo misa ante miles de indígenas, encabezados por el entonces obispo Samuel Ruiz García.
Se supone que la ocupación de hoteles y posadas es casi total para las noches de ayer y hoy. Las autoridades estiman que llegarán más de 100 mil visitantes, lo cual casi duplica la población de la ciudad. Los recintos de la Iglesia católica (seminarios, escuelas, residencias, conventos) recibirán una proporción importante de los creyentes venidos de las comunidades y parroquias.
Los más tradicionales de los llamados coletos*, dueños de hoteles, restoranes y edificios (de hecho, dueños históricos de toda la ciudad) expresan irritación por el hecho de que el Papa privilegiará en su paso por aquí a los pueblos originarios. Aunque su asamblea de inconformidad resultó llamarada de petate, y otros sectores sancristobalenses, más plebeyos y numerosos, se han sumado a la recepción del jerarca católico. (Un chiste coleto escuchado por el reportero: Resulta que tenemos que disfrazarnos de indito para que nos vea el Papa.)
Lo que es un hecho es que indígenas de todo el estado arribaron a San Cristóbal desde la noche de ayer, procedentes de Los Altos, la Selva y la frontera. La valla humana que protegerá el paso del papa Bergoglio por las calles está conformada entre otros por unos 10 mil miembros de la Antorcha Guadalupana. La prensa chiapaneca prevé que Francisco, en su visita a la catedral de San Cristóbal, además de almorzar con indígenas y reunirse con ancianos y enfermos, visitará la tumba del obispo Samuel Ruiz García, el Tatic, quien ocupó ese cargo durante 40 años, y allí hará oración.
El México que no mostrarán
Presente en el encuentro indígena latinoamericano que se realizó aquí sobre la encíclica Laudato si, esta mañana José Luis Fernández Flores, del Consejo Supremo Indígena de la comunidad otomí San Francisco Xochistlahuaca, estado de México, dirigió un mensaje a Francisco, donde describe la defensa de su comunidad y sus bosques contra el Grupo Higa y el gobierno federal, que pretenden atravesar una autopista por su territorio: Lo que le describimos es el México que no le van a mostrar en su visita, un México donde el despojo y la violencia a las comunidades indígenas es tolerado y auspiciado por los tres niveles de gobierno. Lo anterior representa la desaparición de nuestras comunidades, cultura, idioma, tradiciones, ceremonias, usos y costumbres, autonomía y libre determinación; es decir, representa la desaparición de Tonantzin, nuestra Madre Tierra.
El encuentro “Con Laudato sidefendemos nuestra Madre Tierra”, concluyó ayer con la convicción de que dicha encíclica “invita a actuar y ejercer un control sobre el territorio para traducirse en la práctica en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, reivindicando a la iglesia autóctona de Tatic Samuel y a los hombres y mujeres que caminan con los pueblos. En nuestros territorios no necesitamos el permiso de los estados-empresas o instituciones para establecer radios comunitarias, escuelas autónomas y sistemas de salud propios. Requerimos fortalecer nuestra economía solidaria y la sacralidad de nuestras relaciones con la naturaleza”.
*Coleto es un localismo que hace pocas décadas designaba a los habitantes de San Cristóbal de Las Casas, ciudad de Los Altos de Chiapas que fue capital desde su fundación en 1528 y grosso modo hasta 1892. Se decía –y se ha repetido- que proviene de la coleta del conquistador. En 1994 el término trascendió al resto de México y otros países a raíz del movimiento encabezado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En efecto, el conflicto armado sacó a la luz las profundas desigualdades sociales del estado, algunas con antecedentes que pueden identificarse por lo menos desde la conquista española. Coleto acentuó su asociación con el antiguo explotador blanco y su relevo, el acaparador mestizo llamado en la región ladino. Por tal motivo el sobrenombre se convirtió en objeto de rechazo y, aparte de quienes así se llamaban en las décadas previas, coleto se radicalizó como una etiqueta utilizada extraneus por quienes se consideran ajenos a tal categoría, básicamente por no haber nacido en el lugar.
Fuente: Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica