En su discurso ante la Asamblea Legislativa el 1 de mayo, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, reafirmó su apuesta por la minería como eje de desarrollo para la provincia. La repetición insistente de términos como "cobre", "Malargüe Distrito Minero" y "megaminería" dejó en claro la prioridad del Ejecutivo: instalar la explotación minera como un motor de progreso.
En una puesta en escena improvisada, Cornejo sostuvo una piedra con cobre en su mano mientras afirmaba que "este producto puede darle a Mendoza la riqueza que necesitaba" y que su demanda nacional en las próximas décadas es clave para el crecimiento.
Luego el mandatario sacó una botella de vino y sentenció: "Este producto no tiene por qué ser incompatible con el vino".
La frase, que fue celebrada con aplausos, representa el esfuerzo de Cornejo por vincular la industria minera con la identidad vitivinícola de Mendoza, buscando reforzar una narrativa de sostenibilidad que venza la resistencia social.
Desde el inicio de su segundo mandato, el gobernador ha intentado asociar la megaminería con el concepto de "sostenibilidad", una estrategia discursiva que pretende disipar temores sobre el impacto ambiental. En esta línea, Cornejo multiplicó la propaganda de la eficiencia de los controles y la transparencia.
El discurso del gobernador no solo buscó convencer a los sectores económicos, sino también a una sociedad históricamente reticente a la megaminería. Al cerrar su intervención, Cornejo sostuvo el vaso con agua junto a la piedra y el vino, reforzando su mensaje: "Hagamos cobre, hagamos mejor vino y cuidemos el agua".
La puesta en escena, los símbolos utilizados y la insistencia en la sostenibilidad revelan un intento claro del Ejecutivo por reposicionar la minería metalífera dentro del modelo productivo mendocino.