OPINIÓN

El PTS y el PO están en guerra nacional por los cargos con Mendoza en el centro del debate nacional del FIT

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Por Javier Polvani
@javierpolvani

Este cronista rompe el manual de estilo de este medio y empieza este artículo con un pedido de disculpas a los troskos: quien esto escribe desconoce la intimidad del enfrentamiento eterno entre facciones del espacio de izquierda reunido en el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Sólo tienen que ver estas líneas con la definición de las candidaturas del espacio para las elecciones que vienen.

Ahora sí. ¡Qué quilombo hay en el FIT!. O no. El Partido Obrero y el Partido de los Trabajadores Socialistas disputan el armado electoral por los medios descarnadamente, sin mezclar las ideas o formas de gobierno con la pelea por los espacios de poder proyectados para el sector.

El nudo de la discusión es nacional, se tutela desde la Ciudad de Buenos Aires, pero tiene en Mendoza un anclaje tan grande como la significación nacional que tuvieron los 15 puntos de las elecciones de 2013, que llevaron a Nicolás del Caño a la Cámara de Diputados de la Nación. El joven cordobés constructor del PTS en Mendoza se proyectó como figura nacional de ese espacio, que lo lanzó como pre candidato a la Presidencia y luego lo empezó a negociar como vice del líder del PO, Jorge Altamira.

El PTS ató un acuerdo para cerrar esa fórmula a la renuncia del PO a los dos años de banca en la Cámara Baja que le corresponden a Soledad Sosa según el acuerdo previo a los comicios de 2013 que estipuló que Del Caño debía ceder el espacio a la segunda candidata de la lista en la mitad del mandato. Y ahí el PO salió a acusar al PTS de las peores cosas y viceversa.

La pelea es por los cargos, o por los espacios de poder, como quiera que se lea. No es nueva. En la Legislatura de Mendoza el FIT tiene una banca en el Senado a cargo de la candidata a la Gobernación, Noelia Barbeito (PTS), y tres bancas en Diputados a cargo de Cecilia Soria (PTS), Héctor Fressina (PO) y Martín Dalmau (PO). En este caso no hay un bloque del FIT, sino dos bloques: uno del PTS y otro del PO.

Y en ese punto la división es por cargos o espacios de poder, como quiera que se lea, otra vez, porque no se reproduce en discrepancias en las votaciones o en el sostenimiento de proyectos. El FIT funciona separado pero legisla en bloque, en resumen.

La pelea por los cargos electivos, entonces, no es sorprendente, sino más bien un efecto del crecimiento electoral demostrado por la conjunción del PO y el PTS bajo el imperio de reglas establecidas entre los troskos, a su modo y en su sano entender y saber. Para todos los demás: ¡Qué quilombo hay en el FIT!

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