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La crisis de Vaca Muerta se profundizó en agosto. Fue a causa de las medidas proselitistas de Mauricio Macri para intentar revertir la derrota en las PASO contra Alberto Fernández. Las petroleras reaccionaron con represalias sobre la mano de obra. Ante eso, los sindicatos comenzaron a levantar el tono de una amenaza de ruptura de la paz social. Y el gobierno de Neuquén agilizó las gestiones para recobrar las regalías perdidas.
Antes de que se cumpla la séptima semana de Fernández en el poder, el gobierno logró poner la crisis en la heladera. Por unas semanas, las partes involucradas estarán enfrascadas en las negociaciones parlamentarias en torno a un proyecto de ley que contemplará el plan hidrocarburífero del Ejecutivo.
Con el incendio controlado, al menos en lo coyuntural, quedó en evidencia una efervescencia electoral inusual hacia el interior del Sindicato del Petróleo y el Gas privado de Neuquén, Río Negro y La Pampa. El histórico secretario general, Guillermo Pereyra, se plantó frente a la posibilidad del surgimiento de una línea interna ajena a su espacio. El gremio no tiene oposición desde las elecciones de 1988, en las que fue reelecto por primera vez el actual conductor.
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