
La Policía de Mendoza secuestró, en una requisa sin registro, la memoria de la cámara de Pablo Llanos, el fotógrafo detenido en el operativo de represión en la plaza Chile.
Hasta este miércoles la tarjeta con las imágenes - que retratan la desmesura de los agentes policiales- no había sido devuelta, confirmó a EXPLÍCITO Llanos. Por esta razón radicó una denuncia en la Fiscalía de violencia institucional del Ministerio Público Fiscal.
La desproporción del operativo de represión de la Policía de Mendoza en la plaza Chile quedó en evidencia con los testimonios de quienes participaron de la movilización solidaria, las imágenes tomadas por ciudadanos y las redes sociales. También por un reportero, detenido en el operativo, a quien la policía le quitó la memoria de su cámara y no se la devolvió, según denunció.
El jefe de la Policía, Roberto Munives, quien en persona pegó patadas a una mujer, piñas a varios manifestantes, y tomó a ciudadanos tironeándolos de la ropa, fue retratado por las cámaras de periodistas de portales independientes y de ciudadanos que presenciaron la escena.
Uno de ellos, Pablo Llanos (del portal Primitivo Sub Real), fue detenido y su compañera de trabajo, Samanta Lucero, agredida por policías cuando sacaba fotos. Junto a Llanos fue apresada una veintena de personas. Todos fueron liberados este miércoles.
Antes de que irrumpiera la Policía de Mendoza, en la plaza Chile se vivía una fiesta
A Llanos lo dejaron libre un día antes tras una reunión del Sindicato de Prensa con el procurador, Alejandro Gullé. Previo a su liberación le quitaron -en una requisa de la cual no quedó registro- la tarjeta de memoria de la cámara en la que se guardaban las fotos que le sacó a Munives y a otros policías que protagonizaron la represión.

"Reclamé mi tarjeta de memoria y nunca apareció", le contó Llanos a El Otro, portal del cual extraemos su testimonio.
Mi cobertura comenzó cerca de las 19 hs en el Consulado de Chile, sobre la calle Belgrano. La gente que se acercó primero estaba toda en la vereda, luego empezó a llegar más gente hasta que en un momento ocuparon la calle, que se cortó sin ningún problema, con los agentes de Tránsito de acuerdo.
La cuestión se empezó a complicar cuando la gente empezó a ocupar más espacio y terminaron afectando el Metrotranvía, cortando la circulación por momentos. Esto duró un tiempo corto hasta que resolvieron marchar hasta Plaza Chile, que es lo que en definitiva pasó.
En Plaza Chile un grupo cortó la calle hasta que apareció un camión de bomberos, uno de los funcionarios consultó con los manifestantes qué iban a hacer, y ahí nomás comenzó el ataque con chorros de agua. Munives, al lado del camión de bomberos, dio la orden que ataquen y automáticamente agarraron a un chico. El jefe de la policía comenzó también a actuar de una manera brutal.
Yo saqué fotos hasta que empezó la represión, después empecé a filmar acercándome lo más que podía. Filmé cómo la policía y Munives pegaban, también cuando detuvieron a un chico en la estación de servicios frente a la plaza, hasta que sentí que me gritaba mi compañera Samanta Lucero (reportera de Primitivo Sub-Real) y veo que la están agarrando dos mujeres policías, pero ella logra escaparse.
Como todo se puso muy bravo, con Samanta decidimos comenzar a bajar por la calle Necochea. Infantería seguía disparando gases lacrimógenos. Un policía empezó a correr detrás de Samanta para intentar agarrarla entre dos, se caen encima de ella, yo intento ayudarla y es cuando me terminan agarrando a mí. No hubo manera de hacerles entender a los policías que estábamos trabajando y que nos dejaran salir del lugar. Nos acusaban, nos señalaban con el dedo repitiendo: “Vos me sacaste fotos”.
Me subieron a un móvil con otras tres personas, me maltrataron, me insultaron, decían que éramos unos “traidores”. Fue muy feo todo el traslado. Nunca se presentaron, nunca nos dijeron por qué nos llevaban. Nos acusaron de ser los que organizamos la manifestación. El móvil se estacionó tres o cuatro veces en distintas comisarías. En cada parada uno de los policías me quería sacar el celular y el bolso con la cámara, bien prepotente, insistía con hacerme la requisa, pero cuando yo le pedía que se presentara y trajera los papeles para el procedimiento él se negaba a identificarse. Hasta que llegamos a una comisaría y, sin identificarse ni mostrarme ningún papel, me requisó ilegalmente, me maltrató, hasta que me sacó la tarjeta de memoria de mi cámara que yo había guardado en uno de mis bolsillos para que no me quitaran las fotos y los videos que había tomado.
Me llevaron hasta la Comisaría 33. “Ya van a ver cómo la van a pasar. No la van a contar más. Van a quedar adentro”, entró diciendo a los gritos el oficial que me llevaba. Ahí recién me hicieron la requisa oficial. Reclamé mi tarjeta de memoria y nunca apareció.
Estuve detenido con otras nueve personas en un calabozo y a eso de las dos de la mañana nos trasladaron esposados a la Fiscalía Nº 4, como si fuésemos los presos más buscados. Después nos llevaron, todo el tiempo esposados, al hospital Lencinas. Estuvimos con un médico que ni nos miraba, no nos revisó, y escribía en unos papeles que nosotros nunca firmamos. A las cinco y media nos llevaron de nuevo a la Comisaría y pudimos dormir un poco y muy mal hasta las nueve y media cuando nos despertaron para llevarnos de nuevo a la Fiscalía y otra vez de vuelta a la Comisaría.
Recién a eso de la una pudimos empezar a comunicarnos con familiares que pasaron a vernos. A partir de las tres de la tarde nos comenzaron a llamar de a uno para identificarnos. En ese momento me llamaron, yo pensé que era para pintarme los dedos, pero me dan mis pertenencias, me suben a una camioneta, me llevan a la Fiscalía y allí me comunican que me sacan los cargos.
A las cinco de la tarde recuperé mi libertad.